lunes, mayo 04, 2009

Suite Française



"Para levantar un peso tan enorme,
Sísifo, se necesitaría tu coraje.
No me faltan ánimos para la tarea,
mas el objetivo es largo y el tiempo corto"

Irène Némirovsky


Acabo de terminar la inconclusa novela "Suite Francesa" (Editorial Salamandra, Madrid 14ª edición 2008) de la escritora Irène Némirovsky. Pocas obras me han conmovido tanto como este relato humano y al mismo tiempo descarnado de la derrota francesa de 1940 y la posterior ocupación por las tropas nazis. Tal vez sólo comparable a la impresión que me dejó "El Primer Hombre" de Camus y su particular tono tan íntimo. Némirovsky es capaz de describir con precisión y sin sentimentalismo la desmoralización de un pueblo que aun tiene presente la sangrienta victoria de la Gran Guerra y que se ve traicionada por su clase dirigente política y económica lo que le lleva a la derrota en dos semanas de conflicto bélico a un coste de 100,000 vidas. Abandonados a la deriva cada persona debe tomar sus opciones ante el poder ocupante y el colaboracionismo oficial de la Francia del Mariscal Pétain.

Némirovsky nació en Kiev en 1903 en el seno de una familia judía no practicante y burguesa que debió huir luego de la revolución de octubre primero a Suecia para luego establecerse cómodamente en París desde 1919. Sin embargo, Irène vivió una infancia solitaria y triste compensada en parte por una educación exquisita. Hablaba con fluidez además del francés, el ruso, polaco, inglés, vasco, finés, y entendía el yidish. Estudió Letras en la Sorbonne y publicó su primera novela "David Golder" sin expectativa alguna en 1929. Siendo de inmediato acogida favorablemente por la crítica.
Es precisamente este conocimiento de la burguesía francesa de la que se sintió parte en algún momento lo que le permite retratar en su última obra con gran certeza los sentimientos y reacciones de la clase social que privilegia luego de la ocupación sin dudarlo mucho -y por cierto más allá del discurso patriótico- el nuevo orden que les protege en sus privilegios inconfesables. Es el miedo el gran motor en aquellas horas de incertidumbre. En sus notas escribe Némirovsky:
"Hay un abismo entre esa casta, que es la de nuestros dirigentes actuales, y el resto de la nación. Los otros franceses, como poseen menos, temen menos. Como la cobardía no les ahoga en el alma los buenos sentimientos (patriotismo, amor a la libertad, etc.), éstos pueden nacer."

A través de las vivencias de sus personajes, todos muy elaborados, utilizando la técnica de Turgueniev, es posible apreciar con la necesaria subjetividad los eventos históricos. El complejo fresco de la sociedad moderna en un momento clave de la humanidad es retratado con una cierta distancia que permite al lector empatizar o al menos comprender el actuar de los Michaud, los Péricand, los Labarie y las Angellier. Tal vez son los primeros, gentes sencillas, cuyo hijo es herido en los primeros combates quienes sobrellevan con mayor dignidad esos tiempos aciagos. Según las notas de Némirovsky, Jean-Marie Michaud una vez recuperado de sus heridas pasaría en los capítulos siguientes a formar parte de la Resistencia entre quienes encontraría una muerte "heroica" similar a la del oficial alemán Bruno Von Falk en Rusia.

Irène Némirovsky no podrá concluir sino dos de las cinco partes proyectadas de su obra considerando como modelo la famosa sinfonía de Beethoven. El 13 de julio de 1942 fue arrestada en su residencia de Issy-l'Évêque, en la campiña francesa donde se había refugiado con su marido Michel Epstein y sus hijas porque pese a su fama en el ambiente literario no era para el régimen más que una judía apátrida. Posteriormente fue deportada a Auschwitz donde morirá asesinada el 17 de agosto del mismo año. Su esposo correrá la misma suerte en noviembre al intentar insistentemente localizar a su mujer. Las hijas del matrimonio, Denise y Élisabeth logran salvarse gracias a grandes esfuerzos de su tutora y amiga de la familia, Julie Dumot, quien debió ocultarlas bajo falsas identidades en la región de la Gironde hasta la Liberación. Al final de la guerra esperaron infructuosamente el regreso de sus padres desde los campos de concentración. El manuscrito de "Suite Francesa" en manos de Denise Epstein fue publicado en Francia el año 2004 siéndole concedido a su autora el prestigioso Premio Renaudot de ese año. La primera vez que se entrega en forma póstuma.