domingo, septiembre 19, 2010

Sarkozy: Un presidente en problemas


El presidente Nicolás Sarkozy, la promesa del gaullismo francés, alabado por The Economist y con niveles récord de popularidad ha pasado en el último año a ser el jefe de estado más criticado de la Vª República francesa. El jefe de estado enfrenta por estos días una de las crisis más graves para su gobierno que comenzara en mayo del 2007.

El annus horribilis de Sarkozy comenzó hacia octubre del 2009 cuando intentó sin éxito que su primogénito Jean de sólo 23 años y sin haber terminado aun sus estudios llegara a dirigir el importante barrio empresarial de La Défense en París. Posteriormente su ministro de Cultura, Frédéric Mitterrand, sobrino del difunto presidente socialista, reconoció haber practicado turismo sexual; luego su rival en la centroderecha, el ex primer ministro Dominique de Villepin era declarado inocente en el caso Clearstream una supuesta conspiración política para desbancarlo del liderazgo de su partido UMP. Las elecciones regionales de marzo último dieron el triunfo a la oposición pero Sarkozy decidió no ceder en su agenda conservadora y ha seguido insistiendo en un discurso populista en materia de seguridad con claro guiños a la extrema derecha de quien desea obtener los votos si desea reelegirse el 2012.
Actualmente Sarkozy no sólo se siente acosado por la oposición de izquierdas que cuestiona al ministro del Trabajo Eric Woerth por tráfico de influencias y un posible financiamiento ilegal de su partido. Sino que además debe enfrentar duras críticas por la política de seguridad que ha conducido a la expulsión sistemática de ciudadanos gitanos de nacionalidad rumana.

Esta última crisis gubernamental ha sobrepasado ya las fronteras del Hexágono. Probablemente debido a que las críticas al desmantelamiento de campamentos gitanos y su posterior expulsión provienen ya no sólo de la oposición de centro e izquierda, sino también de organizaciones de defensa de derechos humanos, la Iglesia Católica e incluso del Parlamento Europeo en el que sólo el bloque del Partido Popular Europeo se opuso a una dura resolución aprobada el 9 de septiembre censurando la conducta del gobierno francés y criticando al mismo tiempo ineptitud de la Comisión Europea para enfrentar esta situación. El gobierno francés sigue argumentando que se trata de una medida aplicada caso a caso contra personas en situación irregular, varios de los cuales han cometido delito y que por lo demás sus expulsiones han sido aprobadas por un juez. Sin embargo, las expulsiones se han dirigido evidentemente contra un determinado grupo étnico. Así se lo ha hecho saber la Comisaria europea de Justicia, la luxemburguesa Viviane Reding, quien se sintió engañada por el gobierno francés luego de la publicación en un diario regional francés de una circular emitida por el jefe de gabinete del Ministro del Interior, Brice Hortefeux, en el que se señala claramente que las medidas debían tomarse "con prioridad sobre los gitanos rumanos". El desengaño derivó en un enfrentamiento sin precedente entre Sarkozy respaldado por jefes de Estado de la UE con la Comisión Europea lo que se tradujo finalmente en un enfrentamiento a gritos con el presidente de la Comisión Europea José Manuel Durão Barroso en el marco del último Consejo Europeo de la semana pasada.

Internamente la mayor preocupación para Sarkozy son sin duda las insospechadas derivaciones del caso Bettencourt, en el cual la hija única de la heredera más rica de Francia, Liliane Bettencourt (87 años) quien posee una fortuna avaluada en más de 17 billones de euros en la que denuncia la manipulación que viene sufriendo su madre, aislada en su palacete y sorda, por parte de sus próximos. Entre ellos quien fuera su asesora financiera, Florence, esposa del actual ministro del Trabajo y entonces encargado de la lucha contra la evasión fiscal, Eric Woerth. Precisamente según los antecedentes del proceso, Bettencourt habría evadido varios miles de euros en impuestos a través de maniobras financieras utilizando paraísos fiscales. Pero eso no es todo, existen sospechas fundadas que el partido UMP así como la campaña de Sarkozy a la presidencia habrían recibido financiamiento ilegal de Bettencourt, por varias decenas de miles de euros, gracias a que Eric Woerth era también tesorero del partido, según ha declarado la ex contadora de Bettencourt, Claire Thibout. Además Woerth habría intercedido para que se le entregara al hombre de confianza de Bettencourt, Patrice de Maistre -quien contrató a Florence Woerth- la Legión de Honor, la máxima distinción que otorga la República Francesa. A ello se suma la polémica desatada luego que la prensa denunciara la utilización por parte del gobierno de los servicios de inteligencia de la Policía para determinar quien estaba revelando antecedentes del caso Bettencourt desde el interior del gobierno. Así no sólo se estaría desnaturalizando la labor de un organismo destinado a proteger la seguridad nacional sino que además se estarían vulnerando las garantías al secreto de las fuentes propias a la labor informativa. Como resultado la fuente de las informaciones David Sénat, consejero de la ministra de Justicia Michèle Alliot-Marie habría sido enviado castigado en comisión de servicio a la Guyana Francesa.

Todo lo anterior tiene lugar en el marco de la dura polémica que enfrenta al gobierno de Sarkozy y su primer ministro François Fillon con la oposición y los sindicatos por la reforma al sistema previsional francés promovida precisamente por el cuestionado ministro Woerth. La reforma retardaría la edad de jubilación en dos años y ha llevado a cerca de dos millones de franceses a manifestarse en las calles los últimos días. Muchos recuerdan las palabras de Sarkozy "se debe trabajar más para ganar más" pero el proyecto aprobado por el oficialismo la última semana parece contrariar las palabras de Sarkozy. Los franceses tendrán que trabajar más para terminar con las mismas pensiones de antes. Incómoda situación para un gobierno cada vez más impopular ( la imagen positiva de Sarkozy se acerca al 30%) cuestionado precisamente por favorecer bajo cuerdas a los más ricos mientras restringe los derechos previsionales de la mayoría de los trabajadores franceses. Parece un buen escenario para la izquierda francesa que debiera haber aprendido de sus errores y preparada para llegar al Eliseo por primera vez desde 1988.

miércoles, agosto 25, 2010

La Rusia de Zhivago



"Así ha ocurrido muchas veces en la historia. Lo que fue concebido de un modo noble y con altura de miras, se convirtió en tosca materia. Así Grecia se convirtió en Roma, así el iluminismo ruso se convirtió en la revolución rusa."
Borís Pasternak


El proceso político del estado soviético ha sido analizado desde diferentes perspectivas historiográficas, sociológicas, económicas, etc. Tanto durante el período de vigencia de éste que se extiende desde 1917 hasta la disolución de la URSS hacia 1991 como con posterioridad a ella. Sin embargo, las luces que nos entrega muchas veces la literatura sobre un determinado proceso histórico pocas veces puede ser compensado.
Hace poco tiempo tuve la oportunidad de leer dos de las obras rusas más destacadas del siglo XX. Me refiero al "Doctor Zhivago" de Borís Pasternak y a "Vida y Destino" de Vasili Grossman. En este primer artículo me referiré exclusivamente a la primera obra ambientada en pleno período de efervescencia revolucionaria cuyos acontecimientos se desarrollan vertiginosamente a partir del domingo sangriento de 1905 hasta el período de guerra civil que enfrentó el país de los soviets a partir de la Revolución de Octubre para luego situarse a comienzos de la década de los 20 en el ambiguo período de la NEP y la segunda guerra mundial. Sin embargo, la mayor parte del relato tiene lugar en el convulsionado período posterior a la Revolución de Octubre enfrentándose entonces el ejército regular y grupos partisanos a los diversos rusos "blancos" y sus aliados extranjeros.

El protagonista de la historia, Yuri Andréievich Zhivago (Yura), es descendiente de una reconocida familia burguesa de provincias. La madre de Yura fallece siendo éste sólo un niño. Su padre quien les había abandonado tempranamente, después de llevar una vida de disipación, se suicida apremiado por deudas y procesos judiciales. Zhivago es criado por una familia amiga los Gromeko pertenecientes a la pequeña burguesía liberal moscovita simpatizante de la revolución de cuya hija, Tonia, se enamora. Entretanto aparece la otra protagonista de la novela, la hermosa Larisa Fiódorovna Guishard (Lara), hija de un ingeniero belga ya fallecido y una madre francesa nacionalizada rusa. La familia de Lara se había empobrecido pues el padre había invertido los ahorros familiares en acciones que se habían desplomado. Así Lara, su madre y su hermano quedaron en una precaria situación económica que les llevo a Moscú y más precisamente a manos del abogado de su marido el inescrupuloso Víktor Ippolítovich Komarovski. Pronto el vividor Komarovski llegaría a ser amante de la madre de Lara y posteriormente de ella misma siendo casi una adolescente. La madre de la joven al descubrir la situación intenta suicidarse y la misma Lara al comprender que para Komarovski no es sino un juguete nuevo atenta contra él en una cena.

Komarovski la exculpa y Lara se casa con su enamorado de la infancia Pável Pavlovich Antípov, hijo de un conocido líder revolucionario. Juntos se harían profesores y partirían a los Urales. Claramente Komarovski constituye una especie de antagonista al encarnar los "antivalores" de la burguesía pues éste no sólo juega un importante rol en la decadencia moral de las Guishard sino también en la tragedia que termina con la vida del propio padre de Zhivago. Es precisamente Komarovski quien acompaña a éste en el viaje en que decide quitarse la vida. Antípov, el marido de Lara, se transformaría una vez radicado en provincia en un destacado académico y sin embargo, no lograría superar sus sentimientos de inferioridad y celos ante el recuerdo de Komarovski. Decide entonces enrolarse en el ejército y partir al frente. Lara le sigue al poco tiempo como enfermera aunque no lo vuelve a ver pues desaparece en batalla. Ahí sin embargo conoce o más bien reconoce al doctor Yuri Zhivago quien había sido movilizado y quien la recordaba de la cena en que había atentado contra Komarovski. Posteriormente Yuri regresa a Moscú y se percata que la situación ha cambiado radicalmente. Su familia vive encerrada en una pequeña parte de la gran casa señorial, pues el resto de las habitaciones ha sido repartida entre los obreros y dada los peligros que se ciernen sobre ellos por una revolución que nadie parece controlar deciden partir a la propiedad familiar en los Urales. Precisamente en ese lugar Lara y Yura vuelven a encontrarse desarrollándose una especie de idilio entre ellos que tiene lugar hasta el secuestro de Yura por un grupo de partisanos. Yura permanece un largo período con ellos durante el cual la familia de Zhivago parte a Moscú y luego al exilio a Europa. En una carta entregada por la misma Lara la familia le ruega que se reúna con ellos. Mientras, Lara y su hijita apenas ha logrado sobrevivir en este período en extremo dramático en la historia rusa y le confiesa a Yura que Antípov es el sanguinario general Strélnikov enviado desde Moscú a someter a sangre y fuego los pueblos en manos de los blancos. Yuri está consciente del peligro que corre Lara y su pequeña hija, debido al parentesco que les une al general ya caído en desgracia. Logra convencer a Lara de aceptar la ayuda que le ofrece el reaparecido Komarovski para huir hacia la zona aun controlada por los blancos en el oriente, engañándola con la posibilidad de huir con ella. Poco más tarde tiene lugar una extraña conversación entre Strélnikov-Antípov y Zhivago luego de la cual el primero decide quitarse la vida. Yura permanece solo en la propiedad familiar y posteriormente decide emprender a pie el viaje a Moscú. Llega a la capital en harapos habiendo olvidado sus conocimientos de medicina tan solo acompañado por el joven Vasia quien había escapado del tren en el que Zhivago y su familia se habían trasladado a los Urales.

Yura ha sido duramente golpeado por la vida, al parecer nada más que un simple objeto de los acontecimientos dramáticos que tuvieron lugar en Rusia al estallido de la revolución. Sin embargo esto no impide que la humanidad del personaje sea capaz de expresarse, de reflexionar, a través de un lenguaje más bien lírico alimentado sin duda por la cruda belleza de los paisajes rusos que marcan su secuestro y posterior viaje a Moscú. Es el poeta Pasternak el que habla a través de la pasión y el dolor que marca a fuego las vidas de estos personajes dotados sin duda de características percibidas en sus propias vivencias. Sin embargo, son los amigos sobrevivientes de Zhivago, Gordon y Dúdorov, quienes varios años después de su muerte anónima y solitaria en la capital rusa, ya en el marco de la segunda guerra mundial, quienes reflexionan con mayor profundidad sobre la naturaleza del período que vienen de atravesar y con la suerte de salir vivos de los ya conocidos gulags debido fundamentalmente al riesgo que corre la patria rusa. Es el comienzo del fin del paraíso de los trabajadores.
"Así ha ocurrido muchas veces en la historia. Lo que fue concebido de un modo noble y con altura de miras, se convirtió en tosca materia. Así Grecia se convirtió en Roma, así el iluminismo ruso se convirtió en la revolución rusa."
Más tarde los mismos amigos conversarán sobre los escritos del difunto Zhivago -en su mayoría poemas al igual que la obra del autor de la novela- ocasión que el narrador aprovecha para reiterar su desilusión con el estado de cosas "La victoria no había traído consigo ni la luz ni la libertad que esperaban para después de la guerra, como habían pensado. Pero esto no tenía importancia: el presagio de la libertad estaba en el aire en los años de la posguerra, y constituía su único contenido histórico."
Es sin duda Pasternak quien habla.

El autor lejos del lenguaje épico de la propaganda oficial soviética, es capaz de describir, a través de la azarosa vida de sus personajes, los dramas humanos vividos en uno de los períodos más convulsionados que marcarían la historia no sólo rusa sino mundial por largas décadas. Recordemos que el propio Pasternak provenía de una familia de artistas, hijo del destacado pintor Leonid Pasternak -judío convertido al cristianismo ortodoxo- y de Rosa Kaufman una concertista de piano. Su hogar fue frecuentado por la élite intelectual y artística de la época: Tólstoi, Scriabin, Rachmaninov y Rainer Maria Rilke les visitaban regularmente. El joven Pasternak se educó en un Gymnasium alemán para posteriormente estudiar en el Conservatorio de Moscú. Luego decidiría partir a cursar estudios de Filosofía neo-kantiana en la Universidad de Marburgo en Alemania pero luego de un viaje a Italia decide volver a Moscú y consagrarse a la literatura. Después de la revolución Pasternak sería reconocido como poeta pero al llegar el apogeo del estalinismo su lenguaje simbólico choca con la literatura oficial conocida por su estilo de "realismo socialista". Así se va desencantando a medida que se suceden las purgas en las diferentes esferas de la vida académica e intelectual rusa. Esta única novela de Pasternak -su obra se centra más bien en el género lírico- no pasó la censura soviética y fue el propio Isaiah Berlin amigo de Pasternak quien llevó el original y negoció su publicación. Fue publicada primeramente en italiano por el conocido editor Giangiacomo Feltrinelli en 1957 lo que le valió su expulsión del Partido Comunista Italiano. La novela se convertiría rápidamente en un éxito de ventas en occidente. Como era previsible Pasternak fue virulentamente atacado por la nomenklatura y fue amenazado con el exilio por Nikita Khruschev. Sin embargo, la preocupación manifestada por destacados intelectuales y políticos extranjeros le permitió permanecer los últimos años de vida en su país, ya retirado de la vida pública, a salvo de sufrir los castigos que se le infringieron a tantos otros intelectuales y artistas críticos con el régimen.

Borís Pasternak recibiría el Nobel de Literatura en 1958 "por su notable aporte tanto a la poesía contemporánea y como en el campo de la gran tradición narrativa rusa" pero Pasternak debió rechazarlo a los pocos días "por el significado que tiene este premio en la sociedad a la que pertenezco". Pasternak murió en 1960 y recién en 1988 el Doctor Zhivago sería publicada por primera vez en la patria del autor.

domingo, mayo 09, 2010

Lecciones británicas


Los electores del Reino Unido finalmente han dado su veredicto en la jornada electoral del pasado jueves 6 de mayo. Fueron 649 escaños de los actuales 650 que componen la Cámara de los Comunes, la cámara política del régimen parlamentario británico, los que se han repartido de acuerdo al tradicional sistema electoral mayoritario de distritos uninominales, conocido en inglés como first-past-the-post. Un sistema que sustenta un régimen tradicionalmente bipartidista dominado desde el siglo XIX por liberales y conservadores (“tories”) y posteriormente por conservadores y laboristas. En este sistema el candidato del distrito más votado es electo no importando la votación obtenida por el resto de sus contendientes aquí “el ganador se lleva todo”. Como era previsible según las encuestas los conservadores del carismático David Cameron obtuvieron la primera mayoría sin embargo no fue el resultado contundente que esperaban. Los tories obtuvieron 306 escaños 97 más que en las elecciones del 2005 pero insuficientes para alcanzar los 326 de la mayoría absoluta. Por su parte, los laboristas del primer ministro Gordon Brown perdieron 91 escaños obteniendo 258 y pese a las auspiciosas proyecciones electorales previas, a los liberales-demócratas no les fue nada de bien perdiendo 5 de sus escaños alcanzando sólo 57 pese a obtener un 23% de las preferencias. Es precisamente esta deficiente representación de los partidos menores –propia de los sistemas mayoritarios puros- la que es denunciada por Nick Clegg y sus liberales demócratas quienes postulan su modificación hacia uno de tipo proporcional como núcleo de su programa electoral.
Los tories no lograron canalizar el descontento hacia la actual gestión laborista en el poder desde 1997. Incapaces de alcanzar la mayoría de escaños necesaria para formar gobierno por sí solos están obligados a formar una coalición si no desean buscar apoyos circunstanciales en cada votación. Es la primera vez desde 1974 que no había un parlamento “colgado” salido de las urnas es decir sin un partido claramente mayoritario. En esa ocasión los conservadores del entonces premier Edward Heath habían obtenido 297 escaños y los laboristas 301 sin embargo su incapacidad de llegar a acuerdo con los liberales demócratas puso fin a su gobierno y devolvió al histórico líder laborista Harold Wilson al número 10 de Downing Street al frente de un gobierno en minoría. Esta vez Cameron no desea repetir el error de Heath y pareciera dispuesto a ceder en las posturas tradicionales de los tories para llegar a una alianza comprometiéndose a revisar el sistema electoral y a no aplicar recortes drásticos al gasto público. Pero son muchos los temas que dividen los libdems de los tories: inmigración, relaciones con la UE, políticas económicas. Sin embargo, tampoco se vislumbra fácil una alianza con los laboristas a quienes critican el oneroso salvavidas entregado al sistema financiero local.
Con estos resultado el laborismo británico finaliza el ciclo que comenzara en 1997 con la amplia victoria de los laboristas de Tony Blair y su proyecto del New Labour que puso fin a 20 años de gobiernos conservadores marcados por las reformas neoliberales de la Dama de Hierro de principios de los 80 que marcó a toda una generación. Blair, hijo predilecto de la Tercera Vía de Anthony Giddens estuvo una década al frente del laborismo británico encarnando el intento de conciliar las políticas de libre mercado con las históricas luchas de la socialdemocracia. Una vez en el poder comenzó privilegiando las reformas económicas de corte conservador otorgando por ejemplo autonomía operacional al Banco de Inglaterra, cumpliendo a rajatabla su compromiso de no subir los impuestos y favoreciendo los equilibrios presupuestarios por sobre las tradicionales políticas redistributivas laboristas. Esta nueva versión del laborismo asumía como propios los objetivos económicos centrados en el control de la inflación que había establecido Margareth Thatcher en los 80. Sin embargo, esta política económica fue posible gracias a las condiciones económicas de los 90 que redundó en un incremento general en la calidad de vida de los votantes junto a un alza de los precios considerables en el sector inmobiliario. La actividad frenética de la City –centro financiero londinense- generaba en esos tiempos suculentos ingresos por concepto de impuestos, lo que permitió al gobierno laborista aumentar sus gastos en educación y salud, subir las pensiones del sector público y los salarios de médicos y directores de servicio, incluso llegando a expandirlos. El desempleo parecía controlado en inferior a los países de Europa continental. Todo ello, oh milagro, sin subir los impuestos a las personas ni aumentar el déficit público. El artífice de este plan no era el carismático Blair quien se reconocía lego en materia económica sino su viejo conocido James Gordon Brown a quién había nombrado Chancellor of the Exchequer, es decir, su ministro de economía y finanzas.
Sin embargo este boom económico escondía dos problemas por una parte la rivalidad larvada entre Brown y Blair y por otro el fin de la burbuja financiera que tanta prosperidad había generado. El premier laborista y el entonces ministro de finanzas habían entrado juntos al Parlamento en 1983, compartieron una pequeña oficina y dice la leyenda simpatizaron rápidamente. Blair, abogado de Oxford, encarnaba la joven promesa y Brown sólo un par de años mayor con un perfil más académico había llegado a ser rector de la Universidad de Edimburgo. Sin embargo la amistad labrada en aquellos años tuvo su crisis al derivar en una dura disputa por el liderazgo del laborismo a la muerte de John Smith en 1994. En las semanas siguientes Blair se pondría fácilmente al frente del laborismo, tenía sólo 41 años. Más allá de las críticas a las políticas del New Labour tan cercanas a los principios neoconservadores en materia económica y a la política exterior de Blair desempeñando el rol de fiel aliado de Bush en su invasión a Irak contra la opinión mayoritaria de laboristas e británicos en general. Debemos reconocer que el entonces primer ministro logró algunas reformas institucionales importantes como la creación del parlamento escocés y la asamblea nacional de Gales, y el fin de los puestos nobiliarios en la Cámara de los Lores además de los Acuerdos de Viernes Santo que pusieron fin al conflicto en el Ulster.
El panorama económico era auspicioso hacia el 2005, en que tuvieron lugar las últimas elecciones generales, los impuestos equivalían al 37 % del Producto Bruto Interno (en Francia representaban el 46 % y Alemania con un 42 %), sin embargo el nivel de vida británico había sobrepasado los de Francia y Alemania mientras que la inflación solo llegaba al 2,5 %. Hacia finales del gobierno de Blair el sector financiero constituía un 10% del PIB (casi el doble de la década anterior), era el origen del 40% de las utilidades corporativas y la fuente de más del 20% de la recaudación fiscal. Pero tal como lo señala Marx “todo lo sólido se desvanece en el aire” y el ciclo virtuoso de la economía británica terminó abruptamente con la crisis financiera internacional. Blair dejó el liderazgo laborista el año 2007 justo a tiempo para que Brown como su sucesor recibiera de lleno el golpe de la crisis económica originada precisamente en el sistema financiero internacional. La salida de Blair no fue fácil y Gordon Brown, con reputación de hombre honesto e inteligente, no sólo debió enfrentar la crisis económica que se cernía sobre la economía británica sino que además le correspondió encarar problemas que minaron su popularidad por ejemplo en el escándalo de los gastos excesivos de parlamentarios (conservadores y laboristas) en la Cámara de los Comunes o el extravío de las bases de datos de millones de contribuyentes.
Gracias a la crisis el gabinete de Brown debió hacerse cargo ya con un PIB muy disminuido, de un rescate a la banca criticado duramente por la oposición equivalente a un 25% del PIB sobre una base fiscal mucho menor. La pobreza aumentó y algunos programas sociales debieron postergarse. Los británicos miraron entonces con cierta envidia las economías de Francia y Alemania todavía basadas en la industria más que en los servicios financieros. Situación inversa a lo que sucedía durante los años del boom en que el presidente Chirac se refiriera con desprecio a la proliferación de mac-jobs (trabajos temporales en el sector terciario) en Inglaterra que invitaban a una nueva ola migratoria de jóvenes franceses al otro lado del Canal. Cabe señalar que actualmente el déficit público británico sólo es superado en Europa por Grecia, España, Portugal e Irlanda.
Así termina el último milagro económico británico. El paraíso local de bajos impuestos, gasto público expansivo, baja inflación y bajo desempleo dará paso previsiblemente a un futuro de mayores impuestos, drásticos ajustes fiscales y alto desempleo. Sin embargo, la decepción del electorado británico con el laborismo pareciera insuficiente como para haberse arrojado masivamente en brazos de los conservadores. Aun permanece fresco el recuerdo de los difíciles años del thatcherismo con huelgas reprimidas, privatizaciones y drásticos recortes presupuestarios que redundaron en un aumento de la pobreza pocas veces vista en Europa.
La experiencia de la Tercera Vía dejará, sin lugar a dudas, lecciones para quienes desde socialdemocracia creyeron ver en el Nuevo Laborismo de Blair y también en el Nuevo SPD del ex canciller Schröeder algo más que experimentos propios de economías desarrolladas en ciclos económicos expansivos que aunque interesantes no tendrán mayor proyección en el tiempo. El liberalismo económico aun hegemónico pese a la reciente crisis sigue teniendo incompatibilidades con cualquier modelo de estado de bienestar que consagre derechos sociales para los trabajadores y sectores medios, asegurándoles condiciones materiales mínimas a sus ciudadanos. Éste modelo requiere para su funcionamiento de cargas tributarias progresivas y activos estatales capaces de generar recursos económicos suficientes para el otorgamiento de servicios públicos con estándares de calidad. Cuando se pierde este eje fundamental en materia económica y pasa a regirse por la búsqueda a toda costa del control de la inflación y los equilibrios fiscales pronto se estará administrando un modelo económico ajeno. Así lo van comprendiendo muchos en la izquierda europea y debiera también ser asumido por las fuerzas progresistas de otras latitudes.

Marcelo Salgado Núñez

sábado, enero 23, 2010

Los sueños de Barack Obama


Hace pocos días terminé de leer el primer libro de Barack Obama titulado "Los Sueños de mi padre: Una historia de raza y herencia" (2009, Random House Mondadori S.A., Santiago de Chile) publicado por primera vez en inglés en 1995 al terminar sus estudios de derecho en Harvard en que llegó a dirigir la prestigiosa Harvard Law Review lo que le atrajo cierta fama por haber sido el primer negro en hacerlo y reeditado el año 2004 en plena campaña por el escaño senatorial de Illinois. Asiento que alcanzaría con un 70% de los votos siendo el tercer negro en el Senado desde el período de la Reconstrucción. Un segundo libro publicado el año 2006 "La audacia de la esperanza: Reflexiones sobre cómo restaurar el sueño americano" que aun no he leído, tendría un carácter más bien de documento político para quién saltara a la fama gracias a una excepcional intervención en la Convención Demócrata del año 2004 reunida en Boston y que proclamaría a John Kerry como candidato a la presidencia.

En este relato eminentemente autobiográfico Obama nos conduce a través de la búsqueda personal de sus orígenes. Un viaje que podríamos catalogar de iter identitario y que lo conduce desde su natal Hawaii hasta las llanuras de Kenya pasando por Yakarta, Los Ángeles, Nueva York y Chicago. Aunque muchos señalen que Obama no es un afroamericano común el mismo reconoce en su libro que comparte el mismo destino de aquella minoría étnica, probablemente la más sufrida y marginada de la sociedad estadounidense. El actual presidente Obama (n.1961) es hijo de una estadounidense nacida en Kansas y avecindada con sus padres en Hawaii y un keniata, de la etnia luo, Barack Hussein Obama entonces estudiante de intercambio en la universidad estatal ya casado en su país con dos hijos. El matrimonio celebrado en 1961 duró hasta la separación producida por el retorno del padre a Kenya y el posterior divorcio en 1964. Obama volvería a ver a su padre sólo una vez en una visita de 1971. Es precisamente el padre del que sería el primer presidente negro de Estados Unidos el gran protagonista del libro.

Según nos señala el mismo autor el carácter autobiográfico del relato fue fortaleciéndose gradualmente, de alguna forma cobrando vida al intentar responder a través de la escritura a las preguntas que le habían atormentado desde la adolescencia. Obama pasó su niñez entre Hawaii y Yakarta, la capital indonesia, dónde Barack y su madre se mudaron luego de contraer segundas nupcias con Lolo Soetoro otro estudiante de intercambio. Sin embargo, cuando Barack cumplió diez años su madre decidió enviarlo de regreso a Hawaii a casa de sus abuelos. De regreso en Honolulu ingresó a la prestigiosa escuela preparatoria Punahou School. Su madre regresaría también entre los años 1972 y 1977 para continuar sus estudios para posteriormente radicarse como antropóloga en Indonesia. Al graduarse Obama se traslada a Los Ángeles para estudiar en el Occidental College en 1979, dos años más tarde parte a Columbia, en NY donde obtiene su B.A. en Ciencia Política con mención en Relaciones Internacionales. Después de graduarse trabaja en la empresa privada por un par de años y luego decide enrolarse como community organizer en el South Side de Chicago. El organizador comunitario tiene como misión ayudar a las comunidades menos favorecidas asociando a sus vecinos para que emprendan proyectos que mejoren su nivel de vida y ejerzan su influencia en la política local. Una labor escasamente remunerada a medio camino entre activista y asistente social. Trabaja en esos proyectos entre 1985 y 1988. A finales de este período y habiendo sido aceptado en la Harvard Law School realiza su primer viaje a Europa y luego a Kenya la patria de su padre quien había fallecido en 1982 en un accidente automovilístico. El viaje a esta nación africana le permitirá encontrar varias respuestas que destruirán en parte la imagen contruída a través de retazos de recuerdos de su niñez y los transmitidos por su madre y abuelos. La imagen más bien idealizada del ausente junto con el desafío que representó ser el único negro o al menos uno de los pocos en ambientes predominatemente blancos marcó al joven Obama. Son precisamente estos factores los que permiten que la rabia propia de tantos jóvenes afroamericanos se transforme en experimentación con drogas tal como lo reconoce el mismo Obama. Algo le faltaba y sin la continua preocupación de su madre es probable que se habría perdido.

A través de los estudios y su trabajo social en Chicago, Barack intenta encontrarse a si mismo. Sin embargo, sólo al visitar África es capaz de cerrar ese círculo. Barry debe salir al encuentro del padre ausente al que ya no volverá a ver. Reconstruye poco a poco, conversación tras conversación, la vida del padre de quien había heredado no sólo un nombre y un color, sino tantas características hasta entonces desconocidas. Debe ser capaz de salir al encuentro del padre fallecido y de aquella familia desconocida y, en esa aventura, construir su propia biografía. Sólo entonces se sentirá completo. Podrá entonces ser capaz de amar como se debe amar a los padres es decir considerando también sus defectos y debilidades.

"Ahora comprendía lo que yo era, que aquello que me importaba, no se reducía ya a una cuestión de intelecto o a un compromiso, tampoco a una serie de palabras. Vi que mi vida en Norteamérica -la vida de los negros, las de los blancos, la sensación de abandono que había sentido de joven, la frustración y la esperanza de la que había sido testigo en Chicago-, todo estaba conectado a este pequeño pedazo de tierra separado por un océano, conectado por algo más que por el simple accidente que suponía un nombre o el color de mi piel. El dolor que sentía era el mismo que sintió mi padre. Mis dudas eran las dudas de mi hermano. Y la lucha de todos, mi patrimonio."

martes, enero 12, 2010

La opción democrática

Este domingo los ciudadanos chilenos concurrirán a ejercer su derecho a voto en la segunda vuelta de la quinta elección presidencial desde el regreso a la democracia. Hace casi exactamente veinte años los chilenos votaban masivamente para elegir al democristiano Patricio Aylwin siguiendo el itinerario establecido en la Constitución de la dictadura a partir de la derrota de Pinochet en el plebiscito de 1988. Los electores optaron así por el candidato de la Concertación de Partidos por la Democracia una gran coalición de centro-izquierda que agrupaba entonces a 16 partidos representantes de la mayoría de las sensibilidades y movimientos que lucharon contra la dictadura. Tanto el triunfo de las fuerzas democráticas en el plebiscito de 1988 como en las elecciones presidenciales y parlamentarias de 1989 estuvieron cargadas de la mística surgida de la lucha contra una dictadura feroz que sumió en el terror durante casi 17 años a nuestro país. Comenzaba entonces el largo proceso de transición a la democracia.

Pocos en ese momento fueron capaces de prever en aquellos tiempos que de acuerdo a la nueva Constitución de 1980 el dictador permanecería como Comandante en Jefe del Ejército para luego hacerse designar como senador vitalicio en 1998. La figura de Augusto Pinochet permanecería en la palestra pública hasta su detención en Londres octubre de 1998. Si bien muchos esperaban una evolución de la derecha política a través del partido que aparecía como menos ligado al régimen militar, Renovación Nacional, rápidamente fue posible percibir que al interior de éste existían lealtades con la dictadura que impidieron avanzar rápidamente hacia una democracia verdaderamente representativa. Así fracasaron una y otra vez las reformas constitucionales aprobadas recién el año 2005 durante el gobierno de Ricardo Lagos. Sin embargo, el gran candado del modelo político-económico que constituye el sistema electoral binominal permanecerá hasta hoy tal como se formuló en dictadura ante la oposición sistemática de los partidos conservadores.
Mucho tiempo ha transcurrido y ese sentimiento de gesta heroica que tiñera esos primeros ejercicios de soberanía popular pareciera ausente. Sin embargo, las elecciones de este domingo son tan importantes como aquellas que recordamos con nostalgia.

Efectivamente una vez más los chilenos nos encontramos ante dos opciones claramente distinguibles. Por un lado la candidatura de la derecha, representada por un empresario multi-millonario Sebastián Piñera, militante histórico de Renovación Nacional. Aquel partido que en su momento encarnó los deseos de una derecha no pinochetista, liberal y democrática y que ha decepcionado una y otra vez a los demócratas. Sebastián Piñera como tantos otros aprovechó el ambiente de desregulación y privatizaciones irregulares de la dictadura. Al regreso de la democracia fue senador por Santiago Poniente representando a ese partido entre 1990 y 1998. Durante su mandato presentó 45 mociones resultando 1 aprobada, 1 encontrada inadmisible, 35 archivadas, 7 rechazadas y una retirada, siendo esta última un proyecto de ley para extender hasta el último día del gobierno de Augusto Pinochet (11 de marzo de 1990) la amnistía concedida a los autores de violaciones a los Derechos Humanos y otros delitos políticos (Boletín 1622-07, Sistema de Tramitación de Proyectos del Congreso Nacional de Chile, 6 de junio de 1995). Sin embargo, Piñera se presenta como el candidato de una "nueva" derecha liberal, respetuosa de los derechos humanos, inclusiva e incluso progresista. Pese a que el partido mayoritario de la derecha en el Parlamento a partir de marzo (45 diputados) será la UDI el partido conservador y católico, heredero del gremialismo y surgido al alero de la dictadura. Pero en la guerra y la política, todo vale. Así el candidato de la Coalición por el Cambio se presenta como partidario de la píldora del día después, de los pactos civiles entre homosexuales, de las políticas de protección social de la Presidenta Bachelet, etc, etc. En definitiva un discurso en abierta contradicción con el desempeño de los partidos de derecha en el Congreso y en directa colisión con el discurso de la UDI. Esto se debe a que Piñera y sus asesores entienden que la mayoría de los chilenos no se inclinan por la derecha. Al contrario, según el Latinobarómetro el electorado chileno ha evolucionado sistemáticamente desde mediados de los 90's hacia la izquierda.

¿Porqué entonces y a pesar de la popularidad récord de la Presidenta Bachelet nos enfrentamos a una de las elecciones más reñidas de los últimos tiempos?

Son varios los factores que influyen, primero un natural desgaste en una coalición que lleva veinte años en el poder. Vicios y errores derivados de estas circunstancias. Partidos políticos que adolecen de importantes déficits en materia de democracia interna, participación, transparencia, etc. Cansancio de la ciudadanía ante los mismos rostros de esa generación que comenzó su carrera política previa al golpe de estado de 1973 y que asumió la cuasi totalidad de la responsabilidad al término de la dictadura.

Junto a ello el contraste entre una Presidenta con un perfil poco tradicional: mujer, socialista, agnóstica y divorciada. Un liderazgo excepcional reconocido por su carisma e inteligencia emocional. Frente a él Eduardo Frei un candidato poco carismático, que ya desempeñó el cargo en un período económicamente difícil -crisis asiática- que implementó políticas liberales con un sesgo tecnocrático y que puso poco énfasis en los avances político-culturales e institucionales. Sin embargo, se le reconoce como un hombre honesto y esforzado -que luchó contra todos los factores por alcanzar la representación de la centroizquierda cuando otros que parecían con mayores posibilidades se retiraron aun antes de la primera batalla electoral- y cuyo gobierno más allá de las críticas mencionadas tuvo un sesgo modernizador. Mencionaré sólo algunos aspectos relevantes: Primero, la reforma procesal penal que constituyó una revolución en materia de justicia criminal en nuestro país. Pasando de un sistema inquisitivo y secreto a un sistema oral y público con un claro sesgo garantista (más allá de las últimas reformas auspiciadas por la derecha); la Ley de Filiación que otorgó los mismos derechos a todos los hijos e hijas sin importar si nacieron fuera o dentro del matrimonio; la Jornada escolar Completa; el ingreso de Chile a la APEC y la firma de TLC's con las principales economías del mundo y los acuerdos limítrofes con Argentina y Perú que zanjaron las últimas controversias pendientes desde la dictadura.

Sin embargo, creo que no puede entenderse claramente la etapa del proceso político en el que nos encontramos sin atender a la evolución posterior en materia político-cultural ocurrida a partir del gobierno de Ricardo Lagos y en particular en el gobierno de la Presidenta Bachelet y su red de protección social. Precisamente, son cada vez más los chilenos y chilenas que demandan un mayor esfuerzo por parte del Estado y de la sociedad en su conjunto para avanzar hacia un país con menores grados de desigualdad, con más acceso a la justicia, con educación pública de calidad, con una economía respetuosa del medioambiente, con una legislación laboral más protectora del trabajador y que quisieran un nuevo marco político, es decir una nueva Carta Fundamental, democrática y neutral que permita encausar institucionalmente -con pleno respeto a los derechos de todos- estas demandas. Este domingo más allá de los discursos sólo hay una candidatura que encarna estas aspiraciones legítimas que no se remontan ni siquiera a los últimos veinte años en que dejamos atrás la larga noche la dictadura, sino que se encaminan en el esfuerzo convergente de varias generaciones que en su momento lucharon por construir un país más justo para todos sus hijos e hijas.