domingo, septiembre 19, 2010

Sarkozy: Un presidente en problemas


El presidente Nicolás Sarkozy, la promesa del gaullismo francés, alabado por The Economist y con niveles récord de popularidad ha pasado en el último año a ser el jefe de estado más criticado de la Vª República francesa. El jefe de estado enfrenta por estos días una de las crisis más graves para su gobierno que comenzara en mayo del 2007.

El annus horribilis de Sarkozy comenzó hacia octubre del 2009 cuando intentó sin éxito que su primogénito Jean de sólo 23 años y sin haber terminado aun sus estudios llegara a dirigir el importante barrio empresarial de La Défense en París. Posteriormente su ministro de Cultura, Frédéric Mitterrand, sobrino del difunto presidente socialista, reconoció haber practicado turismo sexual; luego su rival en la centroderecha, el ex primer ministro Dominique de Villepin era declarado inocente en el caso Clearstream una supuesta conspiración política para desbancarlo del liderazgo de su partido UMP. Las elecciones regionales de marzo último dieron el triunfo a la oposición pero Sarkozy decidió no ceder en su agenda conservadora y ha seguido insistiendo en un discurso populista en materia de seguridad con claro guiños a la extrema derecha de quien desea obtener los votos si desea reelegirse el 2012.
Actualmente Sarkozy no sólo se siente acosado por la oposición de izquierdas que cuestiona al ministro del Trabajo Eric Woerth por tráfico de influencias y un posible financiamiento ilegal de su partido. Sino que además debe enfrentar duras críticas por la política de seguridad que ha conducido a la expulsión sistemática de ciudadanos gitanos de nacionalidad rumana.

Esta última crisis gubernamental ha sobrepasado ya las fronteras del Hexágono. Probablemente debido a que las críticas al desmantelamiento de campamentos gitanos y su posterior expulsión provienen ya no sólo de la oposición de centro e izquierda, sino también de organizaciones de defensa de derechos humanos, la Iglesia Católica e incluso del Parlamento Europeo en el que sólo el bloque del Partido Popular Europeo se opuso a una dura resolución aprobada el 9 de septiembre censurando la conducta del gobierno francés y criticando al mismo tiempo ineptitud de la Comisión Europea para enfrentar esta situación. El gobierno francés sigue argumentando que se trata de una medida aplicada caso a caso contra personas en situación irregular, varios de los cuales han cometido delito y que por lo demás sus expulsiones han sido aprobadas por un juez. Sin embargo, las expulsiones se han dirigido evidentemente contra un determinado grupo étnico. Así se lo ha hecho saber la Comisaria europea de Justicia, la luxemburguesa Viviane Reding, quien se sintió engañada por el gobierno francés luego de la publicación en un diario regional francés de una circular emitida por el jefe de gabinete del Ministro del Interior, Brice Hortefeux, en el que se señala claramente que las medidas debían tomarse "con prioridad sobre los gitanos rumanos". El desengaño derivó en un enfrentamiento sin precedente entre Sarkozy respaldado por jefes de Estado de la UE con la Comisión Europea lo que se tradujo finalmente en un enfrentamiento a gritos con el presidente de la Comisión Europea José Manuel Durão Barroso en el marco del último Consejo Europeo de la semana pasada.

Internamente la mayor preocupación para Sarkozy son sin duda las insospechadas derivaciones del caso Bettencourt, en el cual la hija única de la heredera más rica de Francia, Liliane Bettencourt (87 años) quien posee una fortuna avaluada en más de 17 billones de euros en la que denuncia la manipulación que viene sufriendo su madre, aislada en su palacete y sorda, por parte de sus próximos. Entre ellos quien fuera su asesora financiera, Florence, esposa del actual ministro del Trabajo y entonces encargado de la lucha contra la evasión fiscal, Eric Woerth. Precisamente según los antecedentes del proceso, Bettencourt habría evadido varios miles de euros en impuestos a través de maniobras financieras utilizando paraísos fiscales. Pero eso no es todo, existen sospechas fundadas que el partido UMP así como la campaña de Sarkozy a la presidencia habrían recibido financiamiento ilegal de Bettencourt, por varias decenas de miles de euros, gracias a que Eric Woerth era también tesorero del partido, según ha declarado la ex contadora de Bettencourt, Claire Thibout. Además Woerth habría intercedido para que se le entregara al hombre de confianza de Bettencourt, Patrice de Maistre -quien contrató a Florence Woerth- la Legión de Honor, la máxima distinción que otorga la República Francesa. A ello se suma la polémica desatada luego que la prensa denunciara la utilización por parte del gobierno de los servicios de inteligencia de la Policía para determinar quien estaba revelando antecedentes del caso Bettencourt desde el interior del gobierno. Así no sólo se estaría desnaturalizando la labor de un organismo destinado a proteger la seguridad nacional sino que además se estarían vulnerando las garantías al secreto de las fuentes propias a la labor informativa. Como resultado la fuente de las informaciones David Sénat, consejero de la ministra de Justicia Michèle Alliot-Marie habría sido enviado castigado en comisión de servicio a la Guyana Francesa.

Todo lo anterior tiene lugar en el marco de la dura polémica que enfrenta al gobierno de Sarkozy y su primer ministro François Fillon con la oposición y los sindicatos por la reforma al sistema previsional francés promovida precisamente por el cuestionado ministro Woerth. La reforma retardaría la edad de jubilación en dos años y ha llevado a cerca de dos millones de franceses a manifestarse en las calles los últimos días. Muchos recuerdan las palabras de Sarkozy "se debe trabajar más para ganar más" pero el proyecto aprobado por el oficialismo la última semana parece contrariar las palabras de Sarkozy. Los franceses tendrán que trabajar más para terminar con las mismas pensiones de antes. Incómoda situación para un gobierno cada vez más impopular ( la imagen positiva de Sarkozy se acerca al 30%) cuestionado precisamente por favorecer bajo cuerdas a los más ricos mientras restringe los derechos previsionales de la mayoría de los trabajadores franceses. Parece un buen escenario para la izquierda francesa que debiera haber aprendido de sus errores y preparada para llegar al Eliseo por primera vez desde 1988.

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