martes, diciembre 30, 2008

Discurso sobre la Dignidad del Hombre - 1486


El filósofo y pensador italiano Pico della Mirandola (Mirandola, Ferrara, 24 de febrero 1463 - Florencia, 17 de noviembre 1494) fue una de las figuras más importantes del movimiento renacentista italiano.

Comenzó su vida académica estudiando, como tantos jóvenes nobles destinados a la vida eclesiástica, derecho canónico en Bolonia.

En 1485, durante su estancia en París, leyó los trabajos de Averroes (1126-1198), el filósofo y teólogo asharí hispanoárabe que introdujo el pensamiento aristotélico en Occidente. Allí concibió la idea de unificar las tradiciones culturales supervivientes en aquella época. Al año siguiente, ya de regreso en Italia, con sólo veintitrés años, raptó en Arezzo a la esposa de Giuliano Moriotto de Médicis, un pariente pobre de los Médicis florentinos, por lo que fue perseguido, atacado y herido. Luego, hacia finales del año 1486 a los 24 años publicó en Roma sus Conclusiones philosophicae, cabalisticae et theologicae, conocidas como Las 900 tesis,que tenía previsto que fueran disputadas en Roma, para lo cual invitó a eruditos de toda Europa. Estaba dispuesto a defender 400 conclusiones de diversos autores: escolásticos, árabes, Platón, Aristóteles, neoplatónicos, pitagóricos, caldeos y 47 proposiciones cabalísticas, a las cuales añadió 500 propias ("secundum opinionem propiam") sobre todas las ramas del saber.
Se trata de novecientas proposiciones recogidas de las más diferentes fuentes culturales, tanto de filósofos y teólogos latinos como de los árabes, los peripatéticos y los platónicos. No excluyó tampoco a los pensadores esotéricos, como Hermes Trimegisto, ni a los libros hebreos. La obra iba precedida de una introducción, que tituló Discurso sobre la dignidad del hombre, texto que se ha convertido en clásico y donde Pico formula tres de los ideales del Renacimiento: el derecho inalienable a la discrepancia, el respeto por las diversidades culturales y religiosas y, finalmente, el derecho al crecimiento y enriquecimiento de la vida a partir de la diferencia.
Siete de ellas fueron condenadas por una comisión nombrada por el Papa Inocencio VIII, quien finalmente desautorizó la Disputa sobre las 900 tesis. La condena decía así: "las tesis son en parte heréticas, en parte tienen sabor de herejía; algunas escandalosas y ofensivas para los oídos piadosos; la mayoría renovadoras de los errores de los filósofos paganos...; otras encaminadas a fomentar las pertinacias de los hebreos; muchas, en fin, bajo un cierto color de filosofía natural, quieren favorecer las artes enemigas de la fe católica y del género humano".
Condenado como hereje, intenta evitar su detención, que finalmente se produce a cargo de León Felipe de Saboya, señor de Bresse, cerca de Lyon, y es trasladado al castillo de Vincennes, donde estuvo alojado a lo largo de un mes. Se pone en marcha una amplia operación diplomática en la que intervienen el embajador de Milán, la Sorbona, el Parlamento y la corte de Carlos VIII y por supuesto Lorenzo de Médicis. Pico es liberado y expulsado de Francia, contando con la benevolencia de los nuncios apostólicos que certifican su inocencia y buena fe. Cuando pensaba viajar a Alemania, el 30 de mayo de 1488, recibe una carta de Ficino quien, en nombre de Lorenzo de Medicis, le invita a residir en Florencia. Los últimos cinco años de su existencia son de retiro y apartamiento, de reflexión filosófica, en los que no faltaron acusaciones de que se dedicaba a la magia y la hechicería, cosa que tuvo que rebatir su amigo Girolamo Benivieni. El nuevo Papa, Alejandro VI, el "papa Borgia" le absuelve de herejía, aunque mantiene la condena sobre las Tesis y la Apología.
Muere, en circunstancias un tanto misteriosas, el 17 de noviembre de 1494, el mismo día en que Carlos VIII de Francia hacía su entrada en una Florencia agitada por el visionario Savonarola, después de expulsar a Piero de Medicis. Con su muerte, que fue precedida por las de sus amigos Lorenzo el Magnífico, Hermolao Barbaro y Poliziano, termina una época brillante y decisiva en la historia de la cultura.


"Nec certam sedem, nec propriam faciem, nec munus ullum pecualire tibi dedimus, o Adam, ut quam sedem, quam faciem, quae munera tute optaveris, ea, pro voto, pro tua sententia, habeas et possideas, Definita ceteris natura intra praescriptas a nobis leges coercetur. Tu, nullis angustiis coercitus, pro tuo arbitrio, in cuius manu te posui, tibi illam praefinies. Medium te mundi posui, ut circumspiecere inde commodius quicquid est in mundo. Nec te caelestem neque terrenum, neque mortalem neque immortalem fecimus, ut tui ipsius quasi arbitrarius honorariusque plastes et fictor, in quam malueris tute fornam effingas…"


“Yo no te he dado ni rostro, ni lugar que te sea propio, ni ningún don que te sea particular, oh Adán, a fin que tu rostro, tu lugar, y tus dones, tu los desees, los conquistes y los poseas por ti mismo. Naturaleza encerrada de otras especies en leyes por mí establecidas. Pero tú que no tienes límites, por tu propio arbitrio, en las manos del cual te he colocado, tú te defines a ti mismo. Yo te he colocado en el medio del mundo, a fin que tu puedas contemplar mejor aquello que éste contiene. Yo no te he hecho ni celeste ni terrestre, mortal o inmortal, a fin que por ti mismo, libremente, a la manera de un buen pintor o de un escultor hábil, acabes tu propia forma...”

PICO DELLA MIRANDOLA, ORATIO DE HOMINI DIGNITATE

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