lunes, diciembre 11, 2006

El compromiso de un Nunca Más




Como tantos partí ayer a plaza Italia a celebrar. No fue del todo una decisión fácil. Por una parte, creo que si fuera un cristiano consecuente (de aquellos que ponen la otra mejilla siempre) tendría que haber rezado por el alma de aquel pecador. Precisamente uno de los peores como dejaban traslucir las palabras del Presidente de la Conferencia Episcopal, Moseñor Goic. Además puede que no sea considerado de buen gusto y nada cambiaría mi presencia en la celebración de la Alameda. Pinochet ya no fue condenado por la justicia chilena pese a los esfuerzos tenaces de los familiares de las víctimas de las violaciones a los derechos humanos. Pero el juicio histórico y moral es categórico como lo muestra la prensa internacional y las declaraciones de las organizaciones de defensa de los derechos humanos.
Partí entonces como uno más para participar de esta especie de catarsis colectiva. A lo mejor no lo hice sólo por mí. Gracias a Dios no tengo familiares entre las víctimas de la dictadura. Sea porque milito hace más de 10 años en el partido político que tiene el triste récord de víctimas de la dictadura. Sea porque soy parte de esa juventud que perdió a uno de sus líderes más grandes a manos de la DINA, el diputado Carlos Lorca en 1976. O porque quería estar presente por aquellos que no podía acompañarnos porque desaparecieron, fueron ejecutados.Aquellos cuyas vidas fueron destrozadas por la prisión, la tortura y el exilio. En nombre de tantos miles de chilenos y chilenas me uní a la manifestación de ese día histórico.
Por cierto el deber de las generaciones futuras va mucho más allá de la celebración por el fallecimiento de ese personaje deleznable. Precisamente debemos trabajar ahora ya sin ese lastre histórico por afianzar una política de derechos humanos efectiva en nuestro país. Porque Chile no sólo tiene una gran deuda con los familiares de detenidos desaparecidos y ejecutados políticos sino que además estamos en deuda con Chile y su pueblo en orden a establcer un Estado de Derecho respetuoso de los derechos humanos. Que confía en el sistema democrático y permite no sólo la participación de las grandes mayorías sino que es capaz de satisfacer sus necesidades económico-sociales. Ahí estamos en deuda. Porque tal como se conoce a nivel mundial la pobreza y la marginación de las grandes mayorías de los sistemas políticos y económicos, son el caldo de cultivo del terrorismo y también son factores relevantes de inestabilidad política.
No podemos esconder la cabeza y dejar de reconocer en nuestro país un sistema económico que distribuye mal la riqueza, que niega opotunidades y una elite conservadora que entraba los mecanismos de la meritocracia. Y por otro lado un sistema político poco atractivo a las nuevas generaciones y que margina a un importante grupo de chilenos, no nos permitirá avanzar hacia una sociedad reconciliada con su pasado. Debemos aprender de los errores cometidos. No basta con dar vuelta la página sino que por el contrario debemos sacar lecciones del pasado doloroso. Por supuesto debemos avanzar hacia mayores grados de verdad y justicia aunque problamente no encontremos jamás los restos de cientos de chilenos y chilenas. Pero sí debemos ser capaces de heredar a nuestros hijos un país con una institucionalidad democrática más sólida,consensuada en tono al respeto y promoción de los derechos humanos. Una sociedad que garantice de mejor forma los derechos sociales y laborales. Un país con una economía que dé más oportunidades a los jóvenes de nuestro país y que tenga carácteres más solidarios y redistributivos.
En fin, toda una serie de desafíos que los chilenos - sobretodo los jóvenes- debemos enfrentar para avanzar y no repetir las circunstancias que fueron el escenario de la trágica polarización que permitió que nuestra democracia se debilitara tanto como para dar paso a una dictadura sanguinaria como la de Pinochet. Debemos entonces jurar que Nunca Más nuestra ciudad de Santiago será mancillada con la sangre de hermanos por el sólo hecho de pensar distinto sino que además debemos comprometernos en construir una sociedad más justa, solidaria y moderna para todos chilenos.

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