lunes, mayo 07, 2007

"Seamos realistas, pidamos lo imposible" artículo de Luis Casado

Seamos realistas, pidamos lo imposible

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Escribe Luis CASADO – 02/05/2007

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“Hay = que acabar definitivamente con la herencia de mayo del 68”= . De este modo Nicolas Sarkozy, probable nuevo presidente de Francia, señaló que = todos los males que aquejan a la república provienen del maremoto que barrió = los peores aspectos del Estado que De Gaulle construyó muy a su aire a la liberación de la ocupación nazi. La rápida reconstrucción de las infraestructuras del país, el acelerado crecimiento económico, la reind= ustrialización a marcha forzada, el desarrollo de sectores claves como la industria nuclea= r, la aeronáutica, los ferrocarriles, las telecomunicaciones, la agroindustr= ia, la construcción naval, la siderurgia, la industria militar, la industria automotriz, la banca y tantas otros, todo ello de la mano y gracias a la poderosa intervención del Estado (De Gaulle nacionalizó casi todo, incl= uyendo la banca), habían dejado atrás un detalle: el desarrollo de las liberta= des públicas y la participación de los trabajadores en los frutos del creci= miento. Las ansias de liberar espacios, de recobrar libertades, de desenjaular la creatividad, de sacudir jerarquías, de participar en las decisiones que comprometían el futuro del país, de reclamar una justa parte de la tort= a que crecía y crecía gracias al esfuerzo de todos, irrumpieron como un maremoto. Al movimiento iniciado por los estudiantes de la Universidad = de Nanterre, que proclamaron “Seamos realistas, pidamos lo imposible”, se sumaron los poderosos sindicatos y en cosa de semanas quedó claro que Francia nunca volvería a ser la misma, que jamás los franceses aceptarían la imposi= ción de nada que no fuese aceptado democráticamente por la mayoría. Según Sar= kozy, ese es el mal francés: el gusto por la trasgresión, la desobediencia, la indocilidad, la afirmación de un carácter nacional que han dado en llam= ar “la excepción francesa”, el infinito respeto que cada cual ti= ene de sí mismo y de los demás que hace que al tipo que barre la calle y al pa= trón de una multinacional les tienes que tratar a ambos de “Monsieur”. Según Sarkozy “en Mayo del 68 se perdieron las jerarquías”.= ¡Y claro, boludo! En julio de 1789 también. Según Sarkozy “en Mayo d= el 68 se perdieron los valores”. ¡Y cómo! Los valores de la oligarquía a= rrogante que monopolizaba el poder político y financiero, los de las 200 familias = que se repartían el “negocio Francia”, los valores que asimilaban el= lucro de unos pocos al bienestar del país. Desde luego la arremetida social, cu= ltural e intelectual de Mayo del 68 tetanizó a los jóvenes del mundo entero y = hasta en Chile tuvimos nuestro propio movimiento, eco del de París. Y por cierto h= ubo consecuencias, no siempre felices. La juventud que se deshizo para siempre de la potestad = de los adultos a ratos cayó en el nihilismo. Los jóvenes rechazaron los un= iformes, los muchachos se dejaron crecer el pelo y las muchachas comenzaron a ense= ñar las tetas en las playas. ¿Y ahí? El viento de libertad que empezó a s= oplar sacudió a la muchachada planetaria y Francia volvió a ser el faro de la= libertad. Y esta vez no se le cortó la cabeza a nadie. Esta vez el gobierno, los sindicatos y la patronal tuvieron que negociar los acuerdos de Grenelle que= le restituyeron a los trabajadores una justa parte de la riqueza producida, realimentando de ese modo la demanda que aseguró el crecimiento económi= co de Francia por largos años. Curiosamente, el representante del gobierno en e= sa ocasión fue un cierto Jacques Chirac, el mismo Chirac que Sarkozy quiere enterrar junto a la herencia de Mayo del 68. Para ello cuenta con el apoyo = de Silvio Berlusconi y la simpatía apenas disimulada de Georges W. Bush, y c= on el servilismo de un puñado de “intelectuales” que le arrojaron p= iedras a la policía en el 68 y que hoy reclaman mano dura contra el desorden. En= medio del paro nacional que paralizó a Francia el 68, De Gaulle amenazó con a= plastar la “chienlit” (el despelote). Los jóvenes le respondieron gri= tando en las calles: ¡“El despelote es él”! Sería hacerle mucho= honor a Sarkozy que compararlo con el gran De Gaulle. Pero en todo caso queda claro= que hoy, la chienlit, c’est lui.

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