martes, diciembre 30, 2008

Discurso sobre la Dignidad del Hombre - 1486


El filósofo y pensador italiano Pico della Mirandola (Mirandola, Ferrara, 24 de febrero 1463 - Florencia, 17 de noviembre 1494) fue una de las figuras más importantes del movimiento renacentista italiano.

Comenzó su vida académica estudiando, como tantos jóvenes nobles destinados a la vida eclesiástica, derecho canónico en Bolonia.

En 1485, durante su estancia en París, leyó los trabajos de Averroes (1126-1198), el filósofo y teólogo asharí hispanoárabe que introdujo el pensamiento aristotélico en Occidente. Allí concibió la idea de unificar las tradiciones culturales supervivientes en aquella época. Al año siguiente, ya de regreso en Italia, con sólo veintitrés años, raptó en Arezzo a la esposa de Giuliano Moriotto de Médicis, un pariente pobre de los Médicis florentinos, por lo que fue perseguido, atacado y herido. Luego, hacia finales del año 1486 a los 24 años publicó en Roma sus Conclusiones philosophicae, cabalisticae et theologicae, conocidas como Las 900 tesis,que tenía previsto que fueran disputadas en Roma, para lo cual invitó a eruditos de toda Europa. Estaba dispuesto a defender 400 conclusiones de diversos autores: escolásticos, árabes, Platón, Aristóteles, neoplatónicos, pitagóricos, caldeos y 47 proposiciones cabalísticas, a las cuales añadió 500 propias ("secundum opinionem propiam") sobre todas las ramas del saber.
Se trata de novecientas proposiciones recogidas de las más diferentes fuentes culturales, tanto de filósofos y teólogos latinos como de los árabes, los peripatéticos y los platónicos. No excluyó tampoco a los pensadores esotéricos, como Hermes Trimegisto, ni a los libros hebreos. La obra iba precedida de una introducción, que tituló Discurso sobre la dignidad del hombre, texto que se ha convertido en clásico y donde Pico formula tres de los ideales del Renacimiento: el derecho inalienable a la discrepancia, el respeto por las diversidades culturales y religiosas y, finalmente, el derecho al crecimiento y enriquecimiento de la vida a partir de la diferencia.
Siete de ellas fueron condenadas por una comisión nombrada por el Papa Inocencio VIII, quien finalmente desautorizó la Disputa sobre las 900 tesis. La condena decía así: "las tesis son en parte heréticas, en parte tienen sabor de herejía; algunas escandalosas y ofensivas para los oídos piadosos; la mayoría renovadoras de los errores de los filósofos paganos...; otras encaminadas a fomentar las pertinacias de los hebreos; muchas, en fin, bajo un cierto color de filosofía natural, quieren favorecer las artes enemigas de la fe católica y del género humano".
Condenado como hereje, intenta evitar su detención, que finalmente se produce a cargo de León Felipe de Saboya, señor de Bresse, cerca de Lyon, y es trasladado al castillo de Vincennes, donde estuvo alojado a lo largo de un mes. Se pone en marcha una amplia operación diplomática en la que intervienen el embajador de Milán, la Sorbona, el Parlamento y la corte de Carlos VIII y por supuesto Lorenzo de Médicis. Pico es liberado y expulsado de Francia, contando con la benevolencia de los nuncios apostólicos que certifican su inocencia y buena fe. Cuando pensaba viajar a Alemania, el 30 de mayo de 1488, recibe una carta de Ficino quien, en nombre de Lorenzo de Medicis, le invita a residir en Florencia. Los últimos cinco años de su existencia son de retiro y apartamiento, de reflexión filosófica, en los que no faltaron acusaciones de que se dedicaba a la magia y la hechicería, cosa que tuvo que rebatir su amigo Girolamo Benivieni. El nuevo Papa, Alejandro VI, el "papa Borgia" le absuelve de herejía, aunque mantiene la condena sobre las Tesis y la Apología.
Muere, en circunstancias un tanto misteriosas, el 17 de noviembre de 1494, el mismo día en que Carlos VIII de Francia hacía su entrada en una Florencia agitada por el visionario Savonarola, después de expulsar a Piero de Medicis. Con su muerte, que fue precedida por las de sus amigos Lorenzo el Magnífico, Hermolao Barbaro y Poliziano, termina una época brillante y decisiva en la historia de la cultura.


"Nec certam sedem, nec propriam faciem, nec munus ullum pecualire tibi dedimus, o Adam, ut quam sedem, quam faciem, quae munera tute optaveris, ea, pro voto, pro tua sententia, habeas et possideas, Definita ceteris natura intra praescriptas a nobis leges coercetur. Tu, nullis angustiis coercitus, pro tuo arbitrio, in cuius manu te posui, tibi illam praefinies. Medium te mundi posui, ut circumspiecere inde commodius quicquid est in mundo. Nec te caelestem neque terrenum, neque mortalem neque immortalem fecimus, ut tui ipsius quasi arbitrarius honorariusque plastes et fictor, in quam malueris tute fornam effingas…"


“Yo no te he dado ni rostro, ni lugar que te sea propio, ni ningún don que te sea particular, oh Adán, a fin que tu rostro, tu lugar, y tus dones, tu los desees, los conquistes y los poseas por ti mismo. Naturaleza encerrada de otras especies en leyes por mí establecidas. Pero tú que no tienes límites, por tu propio arbitrio, en las manos del cual te he colocado, tú te defines a ti mismo. Yo te he colocado en el medio del mundo, a fin que tu puedas contemplar mejor aquello que éste contiene. Yo no te he hecho ni celeste ni terrestre, mortal o inmortal, a fin que por ti mismo, libremente, a la manera de un buen pintor o de un escultor hábil, acabes tu propia forma...”

PICO DELLA MIRANDOLA, ORATIO DE HOMINI DIGNITATE

viernes, noviembre 07, 2008

En torno a una renuncia

"Let us resist the temptation to fall back on the same partisanship and
pettiness and immaturity that has poisoned our politics for so long."
Barack Hussein Obama, 44th Presidente of the US.


Compañeros y compañeras,

Es connatural al socialismo mostrar disconformidad con la realidad política y social. Tenemos cierta tendencia a ver la mitad vacía del vaso y a veces el pesimismo parece embargarnos. A partir de este análisis subjetivo podemos tomar dos actitudes una es defender las ideas y los proyectos al interior del grupo humano o institución -en este caso orgánica partidista- con el objeto de ganar el respaldo mayoritario de los compañeros y compañeras. Y otra opción también legítima es la de retirarse de la colectividad de la que se formaba parte y construir una alternativa distinta o integrarse a otra institución política.
El ex compañero Alejandro Navarro ha tomado la segunda opción luego de que sus posturas en el debate interno de nuestro partido no suscitaran el apoyo que él hubiera esperado. El problema de la legitimidad se presenta cuando un militante desempeña un cargo de representación popular no sólo como militante de un partido político sino también como miembro de una coalición. Ninguna persona en su calidad de representante electo puede arrogarse en forma meramente personal la votación por la cual fue electo. Más allá del deseo de los asesores legales de la dictadura y el sistema electoral que aun prevalece en Chile los ciudadanos en particular los concertacionistas deciden su voto por la militancia del candidato y los apoyos políticos que sustentan su candidatura. Lo quiera o no el senador Navarro su última decisión y varias de sus actitudes no sólo le perjudicarán a él al embarcarse en su aventura política sino que de paso ha dañado la imagen de nuestro de partido y ha sido un nuevo golpe al gobierno de nuestra presidenta. Habría que preguntarse entonces cuanto de ese respaldo ciudadano aun prevalece respecto del ex compañero Navarro en su circunscripción de la VIIIª región. Porque salvo situaciones extremas es de estimar que el debate político debe darse al interior de las instituciones y no fuera de ellas, atacadas en forma sistemática por los poderes fácticos conservadores que desconfían de la democracia y hacen lo posible por debilitarla dificultando cualquier avance social.
Nuestro partido ha sufrido a lo largo de sus 75 años de historia varias escisiones algunas de ellas muy atendibles como sucedió al respaldar la ley de defensa permanente de la democracia o respecto al gobierno de Ibañez. Sin embargo, es siempre necesario reflexionar y desarrollar una perspectiva histórica y de responsabilidad política. El PS es percibido actualmente -más allá de los números que muestran un cierto estancamiento electoral- como el partido eje de la coalición que da sustento político al gobierno de la presidenta Bachelet. Una Concertación que pese a sus variados errores ha sido reconocida nacional e internacionalmente como la más exitosa experiencia progresista en nuestro país desde el Frente Popular. Si no hubiera sido así el pueblo de Chile hace tiempo le habría retirado su confianza ratificada por las urnas una y otra vez desde 1989 hasta el pasado 26 de octubre. Sin duda, hay muchos desafíos pendientes institucionales y económicos que no son menores y que no pocas oportunidades en estos años han sido desperdiciadas. Pero lo que no podemos hacer hoy es seguir enfrascados en pequeñas querellas intestinas que tienen más elementos personales que políticos y que deterioran aun más la imagen de nuestro partido y del sistema democrático en su conjunto.
La última elección en que nuestra coalición sufrió su primera derrota electoral constituye un llamado de atención respecto a aquellos que se inclinan por los liderazgos mesiánicos, los proyectos personalistas, los que defienden pequeñas parcelas de poder y aquellos que privilegian intereses privados por sobre los intereses públicos llamados a cautelar. A aquellos que llegan a la política a servirse y no a servir y que hacen un flaco favor a nuestra democracia. Aquellos quitacolumnistas que actúan consciente o insconscientemente en favor de las fuerzas conservadoras que esperan desde 1990 recuperar el gobierno para desmantelar los avances alcanzados en estos años. Debemos terminar entonces con la discusión pequeña carente de perspectiva histórica y abordar los desafíos que se nos presentan como socialistas.
Hoy tenemos la oportunidad única de formular a la ciudadanía un programa de gobierno potente que tenga como eje central la elaboración de una nueva institucionalidad política formulada en una nueva carta fundamental que termine con las restricciones que hacen imposible cualquier modificación al modelo económico, que limita la participación ciudadana en la política y que adolece desde sus orígenes de ilegitimidad democrática. Debemos convocar a los cientos de miles de jóvenes que permanecen al margen del sistema político y que tal como lo ha demostrado la reciente elección en Estados Unidos pueden ser un importante factor de cambio. Muchos de ellos pese a no participar en las elecciones poseen opiniones políticas progresistas y su apoyo puede resultar fundamental para realizar las reformas políticas y económicas que debemos promover. Para ello nuestra coalición debe ser capaz de renovar sus liderazgos y abrir los espacios para que más jóvenes asuman responsabilidades al interior de nuestros partidos y en un futuro gobierno. Pero además nuestra coalición no podrá enfrentar los próximos desafíos electorales sin convocar a la gran mayoría del espectro político en particular de la izquierda extraparlamentaria con el fin de terminar de una vez con un sistema electoral excluyente que impide un debate político representativo de la diversidad política chilena y que ahoga poco a poco nuestra democracia imponiendo barreras a la participación como la obligatoriedad del voto que algunos aun defienden.
Finalmente, quisiera subrayar el importante grado de responsabilidad que recae sobre nuestro partido tanto en el éxito de la gestión de nuestra compañera presidenta como en la candidatura única que esperamos uno de los nuestros amerite y que sea capaz de encarnar las ansias insatisfechas de cambio y justicia social de las grandes mayorías que el partido de Salvador Allende está llamado a representar.

Fraternalmente,

Marcelo Salgado Núñez
Tribunal Nacional de Disciplina JS

jueves, noviembre 06, 2008

Sí, podemos: Reflexión ante los desafíos políticos del 2009.


A pocas horas de ser testigo del triunfo electoral de quién será el primer presidente afroamericano en la historia de los Estados Unidos no puedo dejar de reflexionar sobre el proceso electoral que culminó en el pasado martes 4 de noviembre.
Barack Hussein Obama fue electo como el 44º presidente de la unión americana luego de la campaña más costosa en la historia y posterior a una dura contienda electoral para ganar la convención del Partido Demócrata frente a la senadora por Nueva York Hillary Rodham Clinton. Muchos creímos en esos primeros momentos que era más fácil en Estados Unidos que una mujer llegara a la presidencia que un afroamericano conociendo la larga historia de discriminación hacia la minoría negra en Estados Unidos. Sin embargo, se sabía ya el alto grado de rechazo que tenía Hillary Clinton desde sus años como primera dama(1992-2000) y el publicitado fracaso político de su reforma a la salud durante el gobierno de su marido. Así se fue generando una imagen pública de mujer fría y calculadora aunque inteligente.
Pero los norteamericanos buscaban algo distinto. Luego de 8 años de una de las peores administraciones en la historia moderna de los Estados Unidos -cuyos alcances aun no conocemos a cabalidad- se fueron manifestando por un cambio en el esquema político dominado por dos o tres familias: Por los republicanos los Bush y por el demócrata los Clinton y los Kennedy. Al mismo tiempo los liberals fueron capaces de percibir que si querían derrotar a los republicanos necesitaban un candidato capaz de convocar a las mayorías suficientes para romper las barreras políticas, religiosas y sociales que dividen a la sociedad estadounidense. Probablemente la senadora Clinton habría sido incapaz de ello, al aproximarse demasiado a la imagen percibida en gran parte de Estados Unidos como un representante más de los liberales demócratas de la costa este que no han hecho nada más que dedicar una vida -en general acomodada- a la política transformándose en una especie de apparatchik. Esa es la imagen que proyectaba un candidato como John Kerry el 2004.
Desde hace algunos años se sabe que para ser presidente de los EE.UU. se necesita conquistar votos más allá de los estados tradicionalmente alineados con uno y otro partido. La senadora Clinton tengo la impresión era muy capaz de conquistar el voto tradicional demócratas y parte importante de la clase trabajadora blanca muy afectada por la crisis económica. Sin embargo, sólo con ese apoyo no se habría ganado a un candidato tan rupturista como Mc Cain quien ha actuado desde el Senado en forma muy independiente y bastante crítico de la gestión Bush. Si al mismo tiempo hubiera buscado como compañero de fórmula a alguien más preparado que la governadora Palin probablemente estaríamos ante un nuevo triunfo republicano.
Pero el sistema electoral norteamericano impone esta especie de maratón a los precandidatos de cada partido y la campaña de Obama fue particularmente efectiva y llena de creatividad. No se puede tampoco menospreciar sus características personales que le permitieron ganar un escaño en el Senado por un estado complejo como Illinois -diversidad racial, económica y la dicotomía urbano/rural- las que incluyen una poderosa retórica y aguda capacidad de análisis. Los demócratas fueron entonces capaces de percibir que sólo un candidato tan sui generis como el senador afroamericano dotado de un discurso catalogado como post-ideológico, convocante, unitario e idealista -con claras referencias a Martin Luther King Jr. y a John F. Kennedy- era el único candidato en competencia capaz de derrotar al candidato republicano y darle un giro a la política. Obama se apropió del término Cambio y le dotó del contenido progresista que ofrecía esperanza a las grandes mayorías de americanos y en particular a los jóvenes que en un 70% le entregaron su voto.
En Chile guardando las proporciones y considerando por supuesto las diferencias socio-culturales con los Estados Unidos no podemos pasar por alto estas lecciones. El 2009 no tendremos oportunidad de derrotar a la derecha si no se produce un proceso de renovación al interior de nuestros partidos. Si no somos capaces de alcanzar un programa común y una candidatura común de la Concertación que movilice a los chilenos tal como lo hizo Obama nos encaminamos a una derrota segura.
Debemos formular una campaña electoral capaz de abrir los espacios y renovar los liderazgos. Necesitamos reflexionar sobre los desafíos que enfrentamos hacia la construcción de un estado social y democrático de derecho en el marco de una nueva institucionalidad política y las reformas económicas que nos permitan avanzar a una fase de desarrollo. Junto con ello es necesario presentar una candidatura presidencial capaz no solo de derrotar al candidato-empresario, sino también de convocar a la juventud y a las grandes mayorías de chilenos -más allá de la Concertación- que desean un nuevo modelo de desarrollo. Es muy difícil que este cambio cada vez más imperioso sea representado por quienes ya han desempeñado la primera magistratura del país. Se requiere de nuevos rostros y equipos que debieran ser escogidos en la multiplicidad de talentos que existen dentro y fuera de los partidos progresistas.
No me cabe duda que en nuestras filas existen centenares de hombres y mujeres con vocación de servicio público efectivamente comprometidos con el proyecto de construir este nuevo Chile. Un país con mayores grados de justicia social, protección efectiva al medioambiente, respeto y promoción de los derechos fundamentales, educación de calidad a partir de lo público y mejores estándares de salud. Necesitamos un nuevo régimen político menos presidencialista y un sistema electoral más representativo de la diversidad política existente. Requerimos un New Deal, un nuevo pacto social entre estado, trabajadores y empresarios que permita adecuar el modelo de desarrollo a los nuevos desafíos económicos y en que los ingresos sean mejor distribuidos. Esto requiere necesariamente un estado más poderoso, capaz de responder a las demandas ascendentes en el plano de la seguridad social, una regulación más eficaz de los servicios, mayor inversión en investigación e innovación, carga fiscal progresiva y uso más eficiente de los recursos públicos. Junto con ello debemos promover la organización de los trabajadores y el respeto a sus derechos.
Si no somos capaces de comenzar a movilizar las voluntades de los ciudadanos y ciudadanas de nuestro país, en particular de los jóvenes, para modificar un sistema político cada vez más ajeno y desprestigiado y un modelo de desarrollo que nos conduce a una grave crisis social fruto de las escandalosas desigualdades. Si no podemos reavivar las fuerzas de progreso hoy por hoy adormecidas - no sólo para evitar la llegada de la derecha al ejecutivo por la vía democrática- tal vez habremos malgastado la oportunidad única para hacer de nuestro país un país más justo, próspero y libre para las nuevas generaciones.

jueves, julio 03, 2008

Homenaje en la UNAM a 100 años del nacimiento del líder socialista

Homenaje en la UNAM a 100 años del nacimiento del líder socialista
Salvador Allende, antítesis de los políticos actuales: Narro

■ Chile agradece acogida a exiliados tras el golpe militar de 1973

Mariana Norandi

El embajador de Chile, Germán Guerrero Pavez; el rector de la UNAM, José Narro, y el ex representante de ese país en México, Luis Maira Aguirre, en el homenaje al ex presidente Salvador Allende. En la imagen, el diplomático trasandino entrega una carta de agradecimiento de la presidenta Michelle Bachelet El embajador de Chile, Germán Guerrero Pavez; el rector de la UNAM, José Narro, y el ex representante de ese país en México, Luis Maira Aguirre, en el homenaje al ex presidente Salvador Allende. En la imagen, el diplomático trasandino entrega una carta de agradecimiento de la presidenta Michelle Bachelet Foto: Francisco Olvera

Ayer, al cumplirse 100 años del nacimiento del ex presidente chileno Salvador Allende Gossens, el rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), José Narro Robles, recordó al líder socialista como gran hombre y ejemplar pensador, cuyo legado filosófico y político recobra hoy “absoluta vigencia” en un México donde existe “una desvalorizació n de la política, lo cual, por supuesto, no beneficia a nadie ni tiene utilidad alguna”.

En un acto conmemorativo, donde Chile agradeció a México y a la UNAM la acogida brindada a la comunidad exiliada tras el golpe militar al gobierno de Allende, en 1973, el rector dijo que era “oportuno” recordar algunas de las razones que el filósofo Adolfo Sánchez Vázquez mencionaba a la hora de explicar el por qué se produce la desvalorizació n de la actividad política, para “no seguir cometiendo errores.

“Esta tiene que ver con las contradicciones que formulan los políticos entre los planteamientos y la realidad; con el desacuerdo a los principios que deben defender; con el interponer intereses particulares a los generales, con el frecuente doble lenguaje que aplican; con la corrupción y con la banalización de su actuación.

“Digo que es oportuno porque, precisamente, la antítesis de esos planteamientos es lo que distingue a Salvador Allende”. Señaló que en su gobierno, la política en Chile y en América Latina vivió un momento de esplendor, por lo que en la actualidad es “una obligación” recordarlo por su vida, su obra, su pensamiento y porque cultivaba muchas de las virtudes que tiene que exigírsele a un hombre público: honestidad, congruencia, solidaridad, lealtad, visión de Estado, compromiso con las necesidades de la mayoría, trabajo, generosidad y un elemento de “enorme valor: la dignidad”.

En el Antiguo Palacio de Medicina, el rector también expresó: “Fue un médico notable y destacado que entendía la labor médica como un proyecto con gran contenido social y a la política como medicina a gran escala”.

Aseguró que los enemigos de Allende “se equivocaron” porque con su desaparición provocaron su ingreso anticipado a la historia de los grandes hombres y que su pensamiento esté absolutamente vigente.

Rescató el discurso latinoamericanista de Allende, por lo que su pensamiento obliga a preguntarse si no sería mejor hoy, en tiempos de modernidad, medir los niveles de desarrollo de un país no sólo por su ingreso nacional o per cápita, sino según los grados de ejercicio de libertad, el respeto a los derechos humanos, la igualdad, la lucha contra la pobreza, por salud, alimentación, educación y vivienda.

“Por eso, mientras en América Latina persista la pobreza extrema que nos marca y nos da vergüenza, mientras la nuestra sea la región más desigual del planeta; mientras nuestros niños mueran prematuramente o nuestros adolescentes no tengan acceso a la educación, el pensamiento de Salvador Allende estará vigente”.

En el homenaje, el embajador de Chile en México, Germán Guerrero Pavez, agradeció al rector la solidaridad de México y la UNAM y le hizo entrega de una carta de la presidenta de su país, Michelle Bachelet, en la que agradece la acogida brindada a los chilenos que debieron abandonar su patria y exiliarse en “el hermano país.

“El exilio es uno de los castigos más severos a que puede ser sometido un ser humano, al verse privado de su familia, de sus seres queridos y de su suelo patrio. México, con la cálida acogida brindada a mis compatriotas, contribuyó a mitigar, en gran parte, el dolor que les produjo esta injusta situación.”

Por su parte, el embajador chileno expresó que llegó el momento de pagar la deuda con la UNAM y que con el reconocimiento de la figura histórica de Allende es también momento para dar las gracias a un país “que, en medio de un trance gris y amargo, nos dio una lección de vida”.
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martes, abril 08, 2008

Andrés Palma: Reflexión diez años después.

El 9 de abril de 1998 fue día jueves y correspondió a la Semana Santa en la celebración del calendario católico que se sigue en Chile. Ese Jueves Santo de 1998 la atención de Chile estaba centrada en la Sala de la Cámara de Diputados, en Valparaíso, donde se votaba la Acusación Constitucional al General Augusto Pinochet.

Fue un día tenso para todos los que sentíamos que algo pasaría en nuestras vidas y en las vidas de los chilenos según lo que allí aconteciera. Algunos inclusive teníamos la impresión que ese día sería un día histórico para nuestro país. Diez años después casi nadie lo recuerda.



Cuando decidimos acusar constitucionalmente a Pinochet, lo hicimos seguros que era un acto simbólico, pero sabedores que los actos simbólicos, como las liturgias, dan sentido a las cosas, y que las formas o el cómo son lo que da sentido a las vidas. Digo simbólico por dos razones. La primera era que la Acusación sería derrotada en el Senado en el que los partidarios incondicionales de Pinochet eran mayoría dada la presencia de los senadores designados y de la derecha. La segunda porque constituía la única oportunidad, sabedores de antemano del resultado final de dicho proceso, de someter a Pinochet a un proceso en el que se le juzgara políticamente de forma institucional por actores democráticos o representantes populares.

La preparación de la Acusación no fue fácil. Por una parte, desde el punto de vista formal, las limitantes legales obligaban a juzgarlo por su desempeño desde el 11 de marzo de 1990, lo que excluía un juicio por su dictadura y sus violaciones a los derechos humanos y a la institucionalidad. Por otra parte, desde el Gobierno y desde la conducción de la Democracia Cristiana se cuestionaba tanto el derecho de los Diputados a presentar la Acusación como la legitimidad política de la misma. Sin embargo hubo muchas personas, incluidas importantes autoridades en materia constitucional, que colaboraron en la preparación jurídica de la presentación, en tanto que el debate en la Democracia Cristiana se zanjó con una resolución del Consejo Nacional que estableció que los Diputados tenían libertad para una presentación de este tipo, derrotando la posición del Gobierno y de la Directiva.

Todas las dificultades se superaron con la decisión de avanzar en un acto que consideramos digno. Éramos representantes de la ciudadanía y teníamos derecho, y creíamos que fundamentos legales y políticos, a someter a Pinochet a un juicio político o constitucional. Era nuestra responsabilidad que no fuera la historia la que juzgara a quien había mancillado de forma tan grave nuestra historia, sino los representantes de la ciudadanía. Sentimos que en juego estaba la dignidad de los representantes ciudadanos.

Por cierto el resultado no fue el que esperábamos. Los representantes de la ciudadanía rechazaron la Acusación constituyendo una mayoría que me resulta inexplicable aún hoy, y más hoy después de tantas verdades que se supieron con posterioridad.



Después vino otra historia, y lo que esperábamos fuera un acto trascendental, quedó en el olvido de los medios, pero no de las personas. En las personas quedó grabado con distintos sabores, para unos fue una fiesta, para otros una pena, para Manuel Bustos fue una traición de algunos. Tal vez un día los medios recuperen este gesto de dignidad, el único que representantes democráticos emprendieron para realizar un juicio político sobre el General Pinochet, y se escriba algo de la historia de las personas en relación a ese día. Pero la historia oficial fue por otros rumbos.

Yo tengo una interpretació n de esa otra historia. Por una parte no convenía que los gestos de dignidad se multiplicaran, pero por otra, la soberbia derrotó a Pinochet. Si los representantes democráticos, incluidos algunos a los que él mismo había afectado con sus comportamientos, le liberaban de responsabilidades políticas e institucionales por su desempeño en esos años, entonces era que por fin se le comprendía, era libre y podía hacer lo que le placiera. Por eso viajó a Londres a buscar un dinero mal habido y quiso ir de visita a Paris… lo que siguió quedó en la historia del fin del siglo.



Los Jueves Santo del calendario católico tienen un contenido ambiguo. Por una parte se celebra la institución del sacerdocio ministerial y de la Eucaristía, que a los creyentes nos mantiene en la Vida; y por otra se conmemora la transfiguració n de Jesús en el monte y luego su detención y traición por quienes más Él quería.

El 9 de abril de 1998 fue, para muchos, una verdadera liturgia de Jueves Santo.



El señor PALMA (don Andrés).- Señor Presidente, creo que éste es un día del cual todos nos vamos a felicitar. No es raro que se hayan vertido expresiones tan contradictorias. El Diputado señor Espina defendiendo al ex Presidente Aylwin y al Presidente Frei; ojalá lo haga con el proyecto de ley de plebiscito. El Diputado Ignacio Walker contradiciéndose con sus camaradas acusadores. Mucha aclamación; gente en las tribunas, que tiene en el pecho el rostro de sus familiares desaparecidos, y otros, el rostro del que los hizo desaparecer.



-Manifestaciones en la Sala y en las tribunas.



El señor PALMA (don Andrés).- Éste es el Chile de hoy, el Chile que estamos viviendo y que hemos construido entre todos. Es el Chile de la transición, que empieza a vivir, aunque algunos se sorprendan y no lo crean, una cierta normalidad democrática. Y la empieza a vivir, entre otras razones, y no es menor, porque Pinochet, aunque esté en el Senado en un cargo vitalicio, ha dejado de tener poder real sobre esta sociedad. Y eso, a todos -a los de allá, a los de acá y a los de las tribunas- nos hace más libres.

No hay dos Pinochet, como dijo Ignacio Walker. Hay uno solo. Lo nombró el Presidente Allende, y lo traicionó; lo dejó
Carlos Prats en su cargo, como hombre de confianza, pero lo mandó a asesinar, y constituyó una Junta de Gobierno, invitado por Merino y por Leigh, y todos sabemos lo que pasó después. Ninguno de estos hechos los podemos juzgar; tampoco es posible reflexionar sobre los mismos, porque estamos impedidos por una ley que nos dejó Pinochet.

Después, este mismo Pinochet -querida Diputada Pía Guzmán- no se fue porque renunció, sino porque perdió un plebiscito en el cual se impuso como candidato. Tampoco dejó la comandancia en jefe el 10 de marzo por estimar que había cumplido una etapa; la dejó porque la Constitución lo mandaba. Es decir, nunca tuvo un acto de renunciamiento, un acto voluntario ni de reencuentro. Este señor ha sido un actor fundamental en nuestro proceso de transición. De eso, no cabe ninguna duda.

En esta Sala se ha hablado del “ejercicio de enlace”, del “boinazo”, del encarcelamiento del asesino Contreras y de la ofensa a los alemanes. Incluso la Derecha nos ha dicho que fueron actos imprudentes, anormales, irregulares e inconvenientes, pero dentro del marco reglamentario. ¿Cuál es la realidad de todo esto? El Diputado señor Alberto Espina se pregunta: ¿dónde está la responsabilidad de las autoridades? Las autoridades que gobernaron el país no quedaron en silencio ante estos hechos. Primero, forzaron un cambio de actitud en el Ejército, por lo cual terminaron el “boinazo” y el “ejercicio de enlace”; obligaron a que cumplieran con la ley, y por eso Contreras está en Punta Peuco; exigieron disculpas para los alemanes, y las relaciones con Alemania no se deterioraron. Por lo demás, así quedó claramente establecido en las versiones de las sesiones de la Comisión Acusadora. Entonces, si los hechos se resolvieron, fue por la acción del Gobierno, por Aylwin, por Frei, por Krauss, por Rojas, por Pérez y por Correa, y no por Pinochet, sino pese a Pinochet, porque él provocaba los hechos y generaba las amenazas no sólo por temas institucionales. ¡Qué vergüenza!

Me avergüenza que los diputados de Derecha defiendan a Pinochet por los “pinocheques”. Si lo defendieran por la obra de la cual participaron, muy bien; los comprendería. El “ejercicio de enlace” y el “boinazo” -lo señalaron Aylwin, Correa, Pérez, Rojas y Krauss- fueron por los “pinocheques”. Por los intereses particulares de su hijo, se hace un “ejercicio de enlace” y se acuartela al Ejército en grado uno. Así lo confirman los recortes de prensa que ha mostrado la Diputada señora Pollarolo. Se realizan no por un motivo de interés nacional, no por el país ni por el Ejército, sino
-cito al Diputado señor Ignacio Walker que decía que no hubo violación explícita y formal de la legalidad, los resquicios legales por los cuales, según él, dio el golpe de Estado- ¡por su hijo!, ¡por los robos de su hijo! Y eso es una vergüenza. Todos los que estamos en esta Sala debiéramos reconocerlo.

Pero hay hechos mucho más graves que ésos. Aquí se podrá decir qué es una palabra para el honor de una Nación. Bien citó
Ignacio Walker la intervención del subsecretario Mariano Fernández; pero bajo esa premisa, querido Diputado Ignacio, nunca nadie podría afectar la honra de Chile, porque la honra de esta Nación es muy grande y Pinochet es pequeño para ella. Pero sí se ve afectada, porque todos nosotros, y estoy seguro de que también Julio Dittborn, Juan Antonio Coloma, Baldo Prokurica, Carlos Ignacio Kuschel, cuando un general de Ejército o el comandante en jefe del Ejército dice, con sorna, como quedó acreditado: “Es que los enterrábamos de a dos por economía”.



El señor MARTÍNEZ, don Gutenberg (Presidente).- Resta un minuto a su Señoría.



El señor PALMA (don Andrés).- Cuando se habla de los derechos humanos consagrados en el artículo 5º de la Constitución, ¿qué son? Si decimos que aquí no ha pasado nada, que todos estos dichos son intrascendentes, estamos afectando el honor y la moral de nuestro país.

En otro contexto, una vez cité en esta Sala al filósofo chileno Eduardo Devés. Él dijo hace un tiempo: “Y espero que una vez que el dictador ya no esté no nos dediquemos a ocultarlo, a decir que no existió, que aquí no ha pasado nada y que todo comienza de nuevo. No, lo primero -y yo me voy a comprometer a ello- es levantarle una estatua en un lugar importante, para que no se nos olvide ni nos dé por sepultarlo en el fondo de nuestras conciencias, como algo que pasó sin dejar huellas, como algo casual y sin importancia.

“Levantadle una estatua colectiva a la que contribuyan diversos escultores,...



El señor MARTÍNEZ, don Gutenberg (Presidente).- Señor diputado, se ha cumplido su tiempo.



El señor PALMA (don Andrés).- ...de los que estuvieron contra él, de los que fueron más o menos indiferentes,...



-Hablan varios señores diputados a la vez.



El señor MARTÍNEZ, don Gutenberg (Presidente).- Señor diputado, ha terminado su tiempo.



El señor PALMA (don Andrés).- Termino, señor Presidente -los demás podrán leer este artículo-, con una sola frase: por esta sesión, mañana todos nosotros seremos más libres.

He dicho.



-Aplausos y manifestaciones en las tribunas.

miércoles, marzo 05, 2008

"Verdades oficiales y el Derecho Internacional Humanitario" por Wilson de Los Reyes Aragón

Artículo del abogado Wilson De Los Reyes Aragón, 4 de marzo de 2008



"VERDADES OFICIALES Y EL DIH"

Más allá de las discusiones sobre la soberanía, la militarización de fronteras, las resoluciones del consejo de seguridad de la ONU o de si se trató de un combate o un bombardeo, de los hechos ocurridos el sábado pasado en la zona de frontera entre Ecuador y Colombia surge una que hasta el momento ha brillado por su ausencia en todos los comentarios, debates y noticias sobre el tema tanto a nivel nacional como internacional, y que tiene una importancia trascendental, cual es la aplicación del derecho internacional humanitario.



Entre las particularidades del DIH se encuentra la inaplicabilidad del principio de reciprocidad (art. 1 común), lo que equivale a que un Estado no puede escudar su incumplimiento de dichas normas porque otros Estados o actores armados no estén dispuestos a cumplirlo. Esto significa que en tanto que Colombia ha ratificado los Convenios de Ginebra (entraron en vigor en 1962) así como los Protocolos I y II adicionales a dichos Convenios (entraron en vigor en 1991 y 1996, respectivamente), tiene la obligación internacional (y constitucional según los arts. 93 y 214.1 de la Carta de 1991) de respetar el DIH aún cuando su cumplimiento no sea recíproco. Precisamente, el Ministerio de Defensa de Colombia adoptó recientemente una "Política de DDHH y DIH", la cual (según el propio Ministro de Defensa anunciara el 22 de enero pasado) contiene las "herramientas jurídicas y operacionales que les permitirán [a la fuerza pública] cumplir la misión con total apego a la Constitución y la Ley", así como garantizar una "política de cero tolerancia contra las violaciones a los DDHH e infracciones al DIH" (ver www.mindefensa.gov.co).



Es preciso, entonces, analizar la actuación de la Fuerza Pública en los hechos ocurridos el fin de semana pasado a la luz de los compromisos internacionales vinculantes para el Estado colombiano.



El comunicado de prensa emitido por el Ministerio de Defensa el 1 de marzo de 2008 indica que a las 00:25 de ese día se inició una operación militar "para atacar el lugar donde estaban ubicados los guerrilleros del frente 48" cuyo resultado fue de "17 guerrilleros abatidos" y que dos de esos 17 cadáveres fueron "trasladados a territorio colombiano" (ver www.mindefensa.gov.co y www.eltiempo.com del 01/03/08). Dejar a los demás muertos abandonados luego del combate vulnera la obligación de "buscar a los muertos, impedir que sean despojados y dar destino decoroso a sus restos" (art. 8 Protocolo II). La información indica que existió tiempo suficiente para recoger los cadáveres y trasladarlos a un sitio donde pudieran ser identificados. Sin embargo, ello no se hizo.



La televisión mostró que en el campamento se encontraban, además de los 17 abatidos, 3 guerrilleras que resultaron heridas en dichas operaciones (ver además www.eluniversal.com.mx y www.eltiempo.com del 02/03/2008). Ellas también fueron abandonadas desde el momento de la operación militar (00:25 horas) hasta muy entrada la tarde del sábado (19:15 horas) (ver www.elcomercio.com.ec del 03/03/08). Es decir, los heridos permanecieron sin asistencia médica para sus heridas por espacio de 19 horas. Al dejar a los heridos abandonados, a la espera de ser atendidos por un tercero, la operación militar colombiana contrarió la obligación humanitaria según la cual "los heridos y los enfermos serán recogidos y asistidos" (art. 3 común) y que "en toda circunstancia serán tratados humanamente y recibirán, en toda la medida de lo posible y en el plazo más breve, los cuidados médicos que exija su estado. No se hará entre ellos distinción alguna que no esté basada en criterios médicos" (art. 7 del Protocolo II). Si se acepta el testimonio de las heridas, en el sentido de que "los policías [colombianos] fueron sacados en helicóptero del lugar" (ver www.elcomercio.com.ec del 03/03/08), se comprueba que la fuerza pública colombiana tuvo suficiente tiempo para atender y evacuar a los heridos.



Este hecho plantea un interrogante adicional, puesto que si los heridos en combate eran guerrilleros (ver www.eltiempo.com del 02/03/08), no se encuentran razones para que la fuerza pública colombiana omitiera capturarlos y presentarlos a la autoridad judicial competente por la comisión del delito de rebelión (art. 467 Código Penal)



Sin embargo, lo realmente preocupante de todo lo anterior es que el alto mando militar, el ministro de defensa y el presidente de Colombia estuvieron informados en todo momento del desarrollo de las acciones en la noche entre el viernes y el sábado, al punto de que no durmieron por seguir las incidencias de la operación militar (ver www.eltiempo.com del 02/03/08) y que "lo que encontraron las tropas fue comunicado inmediatamente a Bogotá, donde se seguía al milímetro cada detalle" (ver www.eltiempo.com del 01/03/08).



Si el alto mando militar y el Gobierno colombiano están comprometidos con el respeto y aplicación del DIH y participaron de la planeación y ejecución de la operación del sábado anterior, ¿cómo se explica entonces que no se haya incluido dentro de dicho plan la "hoja de ruta" en materia de DIH recientemente presentada? Si uno de los propósitos confesos del Ministro de Defensa es integrar los DDHH y el DIH "a la actividad de cada soldado y cada policía" (ver www.mindefensa.gov.co), ¿cuáles son los motivos para que ellos no se aplicaran en las operaciones del sábado anterior? ¿Por qué la fuerza pública colombiana infringió el DIH a pesar de su compromiso manifiesto de respetar las obligaciones constitucionales e internacionales de Colombia?



Es indiscutible la legitimidad de luchar contra el terrorismo, pues como lo afirmó en 2001 la Comisión Interamericana de Derechos Humanos "los Estados tienen el derecho y aún el deber de defenderse" contra el mismo. No obstante, también debe tenerse en cuenta que "la lucha contra el terrorismo debe realizarse con pleno respeto a la ley, a los derechos humanos y a las instituciones democráticas" (OEA, 2002), lo cual no es otra cosa que repetir el principio según el cual "el fin no justifica cualquier medio".



Como se observa, aún existe un gran tramo que separa el derecho formal de su aplicación en la realidad, puesto que si en una operación planeada y supervisada directamente por el alto gobierno y el alto mando militar se evidencian graves infracciones al derecho internacional humanitario, cómo puede el Estado asegurar que en las operaciones rutinarias y de menor trascendencia sí se cumple?



PS: Vale la pena preguntarse, ¿se habría actuado igual si Colombia no hubiese formulado reservas a la jurisdicción de la Corte Penal Internacional?



Cordialmente,


Wilson De los Reyes Aragón
Abogado
Master en Estudios Avanzados en Derechos Humanos
Doctorando en Derecho
Profesor de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario
Universidad del Norte - Barranquilla (Colombia)"

domingo, febrero 24, 2008

"Jodorkovski en Siberia" por Mario Vargas Llosa (El País)

TRIBUNA: LA CUARTA PÁGINA MARIO VARGAS LLOSA
Jodorkovski en Siberia
El antiguo patrón de la petrolera Yukos sufre un duro castigo por su quimérica pretensión de intervenir en la política rusa como crítico y opositor democrático del nuevo zar, Vladimir Putin.

MARIO VARGAS LLOSA 24/02/2008

Tal como van las primarias, es muy posible que los candidatos a la Presidencia de Estados Unidos sean los senadores Barack Obama, por el Partido Demócrata, y John McCain por el Republicano. Y, si es así, qué duda cabe que las polémicas en la campaña serán afiebradas, dadas las discrepancias que mantienen sobre la guerra en Irak, la política económica, la seguridad social y muchos otros temas. Pero, por lo menos en uno, su coincidencia es total, y es seguro que cualquiera que resulte triunfador interpondrá sus buenos oficios para que el Gobierno ruso cese, o por lo menos atenúe, el encarnizamiento con que persigue al antiguo dueño de la compañía petrolera Yukos, Mijáil Jodorkovski, ahora sepultado en una cárcel de Siberia. En efecto, el 18 de noviembre de 2005, McCain y Obama presentaron en el Senado de Estados Unidos una resolución que fue aprobada por unanimidad contra las condenas de Jodorkovski y su socio Platón Lébedev que, según aquel texto, recordaban las peores prácticas judiciales de la era soviética.

Confieso que hasta hace poco no tenía la menor simpatía por Mijáil Jodorkovski de cuyo caso sabía muy poco y al que, de manera vaga, asociaba a los antiguos burócratas comunistas que, en la época de Yelstin, se vendieron a sí mismos, en una mascarada de privatización, las industrias que administraban, volviéndose de este modo millonarios de la noche a la mañana.

Pero un artículo de André Glucksmann en Le Monde y las referencias que en él se hacían a declaraciones de dos grandes luchadoras democráticas rusas, Elena Bonner-Sajarov y la asesinada periodista Anna Politkóvskaya sobre este caso, me pararon las orejas y me llevaron a investigar. Ahora creo que los tres tenían razón y que los castigos y atropellos judiciales de que es víctima el antiguo patrón de Yukos no tienen nada que ver con los delitos económicos que pudo cometer en la actividad empresarial que lo convirtió por un tiempo en el hombre más rico de Rusia, y sí, en cambio, con los apoyos que prestó a instituciones y partidos políticos de corte demócratico, a organizaciones de derechos humanos, a sus intentos de introducir en sus empresas métodos de apertura y transparencia a la usanza occidental y, sobre todo, a su pretensión -quimérica, dadas las circunstancias de su país- de intervenir en la política rusa como crítico y opositor del nuevo zar, Vladimir Putin.

Su historia es novelesca. Nacido en 1963, fue líder del Komsomol (juventudes comunistas) mientras estudiaba Ingeniería. Durante la perestroika comenzó a hacer negocios, abriendo primero una cafetería y luego un comercio que importaba computadoras y mercancías de lujo. Sus ganancias le permitieron abrir un pequeño banco en 1988, que, gracias a su empeño y a sus influencias políticas, creció como la espuma. En 1995 realizó la compra de Yukos, por unos 350 millones de dólares. Dos años después, el valor de Yukos se había multiplicado a nueve mil millones. Era la época de esa orgía de privatizaciones luctuosas en la agonizante URSS y quién puede dudar que esta operación sólo pudo ser posible gracias a tráficos y privilegios de índole política.

Ahora bien, si los orígenes de la enorme fortuna que alcanzó con sus empresas son sospechosas, y acaso delincuenciales, como los de todas las grandes fortunas que surgieron en Rusia de la noche a la mañana en la behetría de la transición de la Unión Soviética a la Rusia actual, todos los testimonios que he podido consultar señalan que Jodorkovski, una vez al frente de Yukos, introdujo una gestión moderna, publicando balances rigurosos, revelando los nombres de sus accionistas, pagando impuestos y distribuyendo dividendos. Estas prácticas le permitieron entablar relaciones estrechas con grandes compañías occidentales, con las que inició operaciones conjuntas. Al ser detenido, negociaba una fusión de Yukos con la Exxon Mobile.

A la vez, empezó a financiar órganos de prensa y centros de información independientes, fundaciones dedicadas a los derechos humanos, organizaciones políticas de índole democrática y liberal e hizo saber -fue, sin duda, su delito capital- que tenía la intención de participar en política activa oponiéndose a Putin, cuyas decisiones y úcases contra empresarios criticó abiertamente. Mientras algunos de éstos, como Boris Berezovsky, presintiendo lo que se venía, huían al extranjero, Jodorkovski hizo saber que no abandonaría Rusia porque no tenía nada que reprocharse desde el punto de vista legal.

Así le fue. Meses antes de las elecciones de 2004 a las que quería presentarse, en octubre del 2003 fue arrestado y acusado de fraude y de haber evadido mil millones de dólares en impuestos. En mayo de 2005, luego de una mascarada de juicio en el que los abogados de la defensa fueron acosados por las autoridades y, a menudo, impedidos incluso de asistir a las sesiones del tribunal, lo condenaron a ocho años de cárcel. Enviado a Siberia y puesto por largos períodos en situación de confinamiento, fue víctima de un extraño intento de homicidio por otro recluso que intentó clavarle un cuchillo en la garganta. Cuando cumplió la mitad de la pena y, según la legislación rusa, podía salir en libertad condicional, ésta le fue denegada y la fiscalía se apresuró a acusarlo de nuevo, ahora por malversación y lavado de dinero, imputaciones por las que podría ser condenado a 22 años más de prisión.

Entretanto el Gobierno de Putin se había incautado de Yukos y llevado a la más próspera empresa petrolera rusa a orillas de la extinción, con el fin de concentrar en el Estado todo el control de la energía, el principal instrumento de influencia y coerción con que cuenta Putin frente a sus vecinos en particular y a Europa en general. El hombre más rico de Rusia no quedó reducido a la pobreza extrema, desde luego, pero su astronómica fortuna simplemente se desintegró y, con ella, se encogió considerablemente el sector privado de la economía rusa.

La situación de Jodorkovski en la prisión siberiana de Chita donde languidece, y en la que, a menos que la presión internacional consiga salvarlo, acaso deje los huesos, se halla cerca de la frontera con Mongolia y las condiciones de los presos son durísimas. El hostigamiento a sus abogados es sistemático y los permisos de visita reducidos a una hora. Una de las razones esgrimidas por la justicia para negarle la libertad condicional fue que durante los paseos en la prisión se negaba a llevar las manos unidas a la espalda. Hasta el momento, todas las protestas de gobiernos e instituciones -entre ellos los de la canciller Angela Merkel y el presidente Bush-, de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, del Senado de Estados Unidos, del Parlamento Europeo, del Tribunal Europeo de Derechos Humanos y de innumerables Colegios de Abogados e instituciones de derechos humanos, han sido inútiles.

El caso Jodorkovski ilustra bastante bien la trágica historia contemporánea de su país. Luego de setenta años de autoritarismo dictatorial y economía estatizada el sistema comunista se desplomó por implosión interna y lo sucedió no la libertad sino el libertinaje y la anarquía. En esta situación de caos institucional, desintegración del orden público y colapso de la economía, proliferaron las mafias y el gangsterismo, la corrupción se generalizó, surgieron fortunas vertiginosas y los niveles de vida, ya mediocres o ínfimos de una mayoría de ciudadanos, empeoró a la vez que la desaparición del orden y de la seguridad pública creaban las condiciones propicias para un nuevo autoritarismo. Es lo que trajeron Vladimir Putin y su rosca de antiguos compañeros de la más eficiente (y repelente) supervivencia de la vieja URSS: el KGB, la policía política. La inexperiencia y el desorden en que vivía hizo que el pueblo ruso viera en el nuevo autócrata a su salvador y aceptara con beneplácito el nuevo régimen.

En la nueva Rusia de Vladimir Putin no ha muerto el capitalismo ni mucho menos. Hay muchos empresarios que hacen grandes negocios. Pero a condición de ser dóciles y trabajar en estrecha complicidad con el poder político, que es, ahora, como en todas las sociedades autoritarias, la fuente del éxito y del fracaso de una empresa, algo que depende de los privilegios que concede el poder y no del favor del público consumidor. Y para que no lo olviden, y, sobre todo, para que no vayan a experimentar esa forma de locura que es querer actuar libremente y hasta intervenir en política, ahí está el insensato de Mijáil Jodorkovski, helándose a 40 grados bajo cero, durmiendo en una tarima de madera y preguntándose sin duda por qué maldita suerte la realidad rusa -comunista o capitalista- se parece tanto a las pesadillas de Dostoyevski.
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miércoles, febrero 06, 2008

In Hungary, Roma Get Art Show, Not a Hug (Artículo NY Times)

Acerca de la discriminación que aun sufren los gitanos en Europa del Este. Aunque menos violenta que en Rumania o Bulgaria, en Hungría la situación de la minoría Roma sigue siendo de alta vulnerabilidad.


The New York Times
February 6, 2008
Abroad
In Hungary, Roma Get Art Show, Not a Hug
By MICHAEL KIMMELMAN

BUDAPEST — A show of contemporary Romany art just closed on Sunday here at the National Gallery, Hungary’s grandest museum. The exhibition was the latest nod to Europe’s most despised, and this country’s largest, minority. It came and went uneventfully, which itself was an event, considering the rise this autumn of the Hungarian Guard, a right-wing extremist group, which has made much news dressing up in paramilitary outfits recalling the Nazi era, ranting about “safeguarding national culture and traditions” and marching on a village against what it said was Romany crime there. Nobody is quite sure how extensive the group is or whether it is just good at grabbing headlines.

But the Roma were perfectly sure what “safeguarding national culture” meant.

Around the same time that the guard held everyone’s attention, a Slovak-Hungarian artist named Ilona Nemeth decided to put up bright yellow signs along a stretch of Kiraly Street in a traditionally Jewish but now ethnically mixed part of the city. In the languages of the local residents she posted questions based on the Bogardus Social Distance Scale, which measures the willingness of people to engage in social contacts: passersby were asked (to ask themselves, in effect) whether they would welcome so-and-so, from a different ethnic group, as a tourist, a colleague, a spouse, a fellow citizen.

Authorities from the district ordered the signs taken down hours after they went up, saying the project had stirred trouble where there hadn’t been any. The Hungarian news media jumped on the brouhaha, as they had jumped on the rise of the guard, and a local rabbi, among other neighborhood leaders, took up the artist’s cause. But as Ms. Nemeth reflected the other day, by then the work had produced “a media monologue and not a public dialogue.”

She added: “The Roma are not part of society here. Most of this society thinks they are not our problem. We’re not trying to understand them.”

Ms. Nemeth’s work resurrected age-old questions about the uses of art in shaping politics and public opinion, in this case concerning the Roma, or Gypsies. (The term isn’t considered pejorative here.) An answer of sorts then came with the show at the National Gallery.

The exhibition turned out to be a mess, but an emblematic one. Over the years various surveys of Romany music and art in Hungary have been organized at the Museum of Ethnography and at the Hungarian Institute for Culture and Art, from which most of the pictures at the National Gallery came. This show followed a multinational Romany pavilion at last summer’s Venice Biennale, shared by savvy conceptualists and folk artists, catering to the all-devouring art market.

The National Gallery exhibition, less high-concept, looked more like a flea market, much of it fairly awful, and heavy on self-taught artists with compelling life stories. The pictures included street portraits with drawings about the Roma killed in World War II and Chagall-like fantasies in candied colors.

Arranged in a long, numbing row, the art was assigned to attic galleries so unlike the large, gorgeous rooms for mainstream paintings downstairs that an outsider couldn’t help wondering if the installation had been intentionally devised as a metaphor (Roma here cast as “Jane Eyre” ’s Bertha Mason in the attic of Hungarian society). One evening not long before the show’s end, when closing time was still 30 minutes away, bored museum guards, anxious to get home, hastened out the two or three remaining visitors, trailing behind to make sure no one doubled back, and switching off lights along the way.

Agnes Daroczi, a Romany sociologist and arts advocate, defended the show as part of a long Romany cultural project. She recalled that when Hungary was under Moscow’s thumb, Roma weren’t even acknowledged as an ethnic group, and many of their small farms were bulldozed to promote collectivization, spoiling centuries-old customs. In that difficult climate a Romany intelligentsia emerged.

“We thought if we could gain a foothold in culture and the arts, then we could move closer to gaining human rights,” she said. The first Romany art show she put together was in the early 1970s. “Culture became an artistic tool in a political fight,” she said.

Industrialization had by then produced jobs for some 85 percent of Romany men, roughly the Hungarian average, and by the late ’70s, Romany culture had also come to be linked with a new liberal opposition to communism.

But with the transition to democracy that began in the late 1980s, and the collapse of state industry it caused, Roma found themselves first to receive pink slips. The figures speak for themselves. Roma make up an estimated 8 to 10 percent of the population. Romany unemployment now tops 80 percent; the national unemployment average is 7.7 percent.

In 2005 the World Bank, the Open Society Institute and other organizations initiated in Hungary and eight other countries a program for what’s being called, in typical Euro-speak, the Decade of Roma Inclusion, to improve Romany education, employment, housing, human rights and health care. Last year the government here adopted a plan to carry out that agenda. But Romany children, as they have for generations, still find themselves often segregated in schools and made to play in separate playgrounds.

“In the permanent fight for emancipation, we’ve shown the beauty and diversity of our culture,” Ms. Daroczi said about the art shows over the years. But clearly they have had little if any practical effect on daily life for Roma in Hungary.

One recent morning I found Jeno Zsigo, president of the Roma Parliament, a nongovernmental Romany rights group, looking deeply forlorn in his office in the city’s part-Romany Eighth District. He was mourning the fate of an arts camp he had run for hundreds of Romany children, whose operation has been suspended because, like the parliament, it has run out of money. He blames official indifference.

“Romany art goes on display as a favor,” he said. “There are a lot of talented Romany artists, but the question is still whether there is going to be any real acceptance and integration.”

Gyorgy Kerenyi, a journalist and radio producer who in 2001 started Radio C, the country’s first Roma-run radio station, put the situation in a wider European perspective: “It’s not violent here, like in the Czech Republic or Romania — the Hungarian Guard seems like a small thing — but most Hungarians are prejudiced. The situation hasn’t really changed much in 20 years. The European Union, which is afraid of Romany migration to Western Europe, shakes the hands of Eastern Europeans who start some initiative or sponsor some show, but it’s all window dressing.”

He recalled Romany excitement when Radio C started, finally giving Roma their own voice in the media. “It was like in a Kusturica film,” he said, laughing. “A cavalcade of people showed up, friends, kids, gangs, tucking their heads in to say hello or just to see how it all worked.”

Radio C caters to Romany listeners. Mr. Kerenyi remarked that, for the general Hungarian public, the popular television program “Megastar,” Hungary’s “American Idol,” has probably made the biggest impact: it has lately catapulted several Romany singers to national stardom.

“These were Roma who proudly said they’re Roma, and the program showed their families at home like other families,” he said.

Which still left open the question of the effect of the National Gallery show. Wim Wenders, the German film director, has said that Europeans like to comfort themselves with “the false belief” that the misery and isolation of the Roma is “actually an act of self-chosen freedom.”

You hear this often in Europe. Roma are casually dismissed as criminals and outsiders. The Romany art show, in a similar vein, let skeptics write off the work as primitive or, worse, charming, while functioning as a sop to the national conscience.

Confronted by that thought, Peter Szuhay, from the Ethnological Museum, who put the exhibition together, fell glumly silent. Over the years he has organized what would seem from their catalogs to be intelligent, sensitive shows documenting Romany life — contrasting how Roma are portrayed by others with how they depict themselves. These exhibitions have multiplied over the years as the plight of Roma, despite his efforts, has worsened.

Mr. Szuhay was in the musty loft of his split-level office in the museum, surrounded by peeling paint, fluorescent lights and stacks of papers. He has spent 28 years accumulating the collection that surrounded him.

“You have authentic personalities among these artists, whether they’re academically trained or self-taught, which is a division we’re trying to overcome,” he said. “I want to show how important the Roma are to Hungarians, to make clear they’re like the rest of us.”

Noble sentiments, and true. But the goal today seems as remote as ever. Meanwhile, Mr. Zsigo’s children are still waiting for their summer camp.

miércoles, enero 23, 2008

PALABRAS DE CLARISA HARDY

PALABRAS DE CLARISA HARDY
EN CENA DE HOMENAJE




Lunes 21 de enero, 2008.



Quiero comenzar por lo más importante. Agradeciendo a quienes me han acompañado en estos momentos. No sólo a los que con tanto cariño celebraron mi nombramiento como ministra, dos años atrás, sino a los que lo hacen cuando he dejado de serlo. Y no porque eso sea dramático, sino porque es el mayor gesto de generosidad que una puede pedir. Las expresiones de afecto y de apoyo, los elogios por la tarea realizada y el reconocimiento a los esfuerzos, cuando se está afuera del poder y no en él son, sin duda, un acto de gratuidad. Y cómo no valorar estos gestos de gratuidad, cuando ella es tan escasa en el diario convivir, especialmente, de la política.



Les he dicho a tantos que me han enviado sus mensajes escritos y por correo electrónico, que me han llamado por teléfono e ido a ver, que restemos dramatismo a mi remoción como ministra de Mideplan. Cuando la protección social es el sello de este gobierno y cuando la construcción de un Sistema de Protección fundando en derechos marca la tónica de las políticas públicas, la permanencia o remoción de ministros sociales no es dramática. Sin duda, lo es en un sentido personal, sobre todo porque queda la frustración de la tarea inconclusa. Pero en mi caso, queda la inmensa satisfacción y orgullo de que la prioridad por la que peleé desde que me dedico a las políticas sociales, desde mis escritos y consultorías, así como desde las propuestas programáticas que elaboré y coordiné en Chile 21, cuando fui su directora ejecutiva, se han plasmado en este gobierno como su sello y será su legado. Es más, pude no haber sido ministra de Mideplan y sentiría el mismo orgullo y satisfacción de hoy, porque para eso vale la pena haber dedicado tantos empeños que, gracias a este gobierno, se convierten en realidad.



Y si una, desde donde esté, ha colaborado a que eso ocurra, trasformando las vidas cotidianas de las personas, entonces la tarea está cumplida.



Sin que lo entiendan como un acto de vanidad, quiero decirles que esta noche soy la misma de ayer y de antes de ayer, con mis mismas capacidades y méritos Ser ministra no es una condición, es sólo una circunstancia. Hay quienes pueden pasar por las circunstancias como una pega más o marcando huellas. Pero hay muchos y muchas más que dejan huellas sin pasar por la circunstancia de ser ministra. En fin, ser ministra es una oportunidad y ustedes bien saben, las oportunidades se pueden aprovechar o desaprovechar y eso no depende del cargo, depende de las personas que lo asumen, por sobre su circunstancial situación ministerial.



Cuando fui directora de Chile 21 recibimos en la institución a varios que habían dejado de ser ministro u otro alto cargo. Siempre me sorprendió su enojo, su rabia, el rencor que guardaban y el tiempo y energía que desperdiciaban en expresarla. Lo voy a repetir, diciendo al igual que entonces: ser ministra o ministro no se gana en un concurso público y no es por méritos, aún si los méritos sin duda hacen la diferencia. De modo que, por las mismas circunstancias azarosas por las que se puede ser ministro, indudablemente se deja de serlo. Y quien se mete en política y no sabe jugar con sus reglas, más vale que se salga y dedique a otra cosa.



Del gobierno se han dicho muchas, demasiadas cosas negativas desde su instalación. Dejé de ir a comidas de amistades cuando ministra, porque era casi un deporte nacional hablar mal del gobierno. En más de una ocasión en que reaccioné me dijeron algo tan absurdo como, “pucha, que estás oficialista”. Pero cuando detallaba y describía en lo que estábamos, entonces la reacción era todavía más insólita, “si lo hubiera sabido”, “vaya, hartas cosas se están haciendo”, “no te puedo creer, pero que bueno” y siempre terminaban diciendo, “pero tienen que informar más de todo esto”.



Estamos hablando de nuestras elites intelectuales, políticas y sociales. No se vale declarar que no se está informado y que la culpa la tienen los medios de comunicación. Se ha perdido la capacidad de indagar, de conocer, de informarse. Se pide, pero no se ejerce activamente el derecho a la información. Es más cómodo alimentarse del rumor y de los titulares de los medios que en la indagación propia. Curioso, en la era del Internet, en que toda la información está disponible, campea la desinformació n. Insisto, hablo de nuestras elites políticas, intelectuales y sociales que, además, generan climas de opinión.



Sin duda, tenemos que preocuparnos de cómo informar a la ciudadanía a la que todas las reformas sociales en curso pueden cambiarle la vida. Ese es un deber de nuestra parte, como su derecho es conocer la oferta pública.



Para facilitarles la tarea a los que están presentes Al término de este gobierno, sus reformas sociales habrán de representar un 3% del Producto Interno Bruto: me refiero a la reforma previsional, a la reforma educacional, a la reforma de la infancia cuando ésta se complete y a las mejoras en los subsidios monetarios que son transferencias directas a los sectores vulnerables. Un salto del 3% del PIB, el más grande de todos los gobiernos de la Concertación. Y, me atrevo a decir, de América Latina.



No faltará alguien como Luis, un joven estudiante universitario que trabaja en el Jumbo de La Reina y que, al reconocerme, empezó a hacerme preguntas y comentarios, “ah no, me dijo cuando le mostré que la tasa de pobreza en Chile es la más baja de América Latina y la que más velozmente se redujo en la región, ah no, repitió, ¿qué gracia compararnos con América Latina”?



Y Luis, este joven chileno que, como me contó, será el primer universitario de su familia, en algo tiene razón cuando me exige que nos comparemos con los países desarrollados, a pesar de que habitamos esta región. Porque, con un tercio del ingreso per cápita de esos países, resulta que integramos las naciones de mayor desarrollo humano del mundo. Y eso se lo arrancamos a la fuerza a a la derecha, la misma que sin ninguna vergüenza nos saca todos los días al pizarrón.



Intuyo lo que algunos están pensando. La Clarisa se nos puso complaciente. Y mi respuesta es que soy exigente de lo que debemos cambiar, precisamente porque estamos en una posición privilegiada para hacerlo. Y esa posición privilegiada tiene menos que ver con el precio del cobre y las arcas fiscales y mucho más con la nueva sociedad y ciudadanía que hemos construido. Ojalá toda la Concertación sintiera el orgullo de la obra hecha, porque si no lo creemos nosotros, ¿por qué habría de creerlo el ciudadano cuando deba hacer sus opciones electorales?



Como lo dije repetidamente mientras fui ministra, se puede mejorar el índice de Gini con mayores transferencias monetarias y, por cierto, empeorar, tan pronto estas se retiran o disminuyen. Pero el índice de Gini en 20 años más, cuando sean adultos los niños que nacieron en este gobierno, será realmente otro. Apuesto a que estará ese Gini más cerca de los europeos, como me exige Luis. Porque estamos sembrando en este gobierno las bases de la equidad que le falta a la sociedad chilena, de manera estructural y no circunstancial.



Pero aclaro, este no es un gobierno fundacional. Avanzamos ahora por las condiciones que dejaron quienes nos antecedieron, especialmente, el gobierno del presidente Lagos. El gran cambio cultural se empezó a gestar entonces y quien no entienda eso y de manera simplista juzgue a ese gobierno por algunas políticas públicas mal hechas y por algunos actos de corrupción –todos ellos por lo demás denunciados e investigados- puede ponerse en la vereda del frente, con la ingenuidad o la mala intención política de actuar como si diera lo mismo ser de la Alianza que de la Concertación.



De modo que lo voy a decir con todas sus letras: el problema es de la política, no del gobierno. Lo dijo Carlos Peña en una columna del Mercurio y, sin ánimo de competir, se lo escribí por correo electrónico a Fernando Paulsen, días antes de tal columna.



Durante estos dos años lamenté, como ministra, la total ausencia de instituciones no gubernamentales haciendo de contrapartes en el debate público. Nuestros think tank progresistas mudos y desparecidos. Y, en las pocas ocasiones que han levantado la voz, ha sido más bien para sumarse al coro de lo que falta que para apoyar en la dirección de los cambios programáticos propuestos por el gobierno.



Cuando en un país como el nuestro, como ha acontecido en este breve período del retorno democrático, la derecha termina por asimilar parte de nuestro discurso, no es como muchos diagnostican una abdicación de los progresistas, sino un triunfo del que deberíamos hacernos cargo, porque hemos logrado correr el cerco valórico y cultural de la derecha. Ese es un triunfo político y, lamentablemente, es vivido por la Concertación como una debilidad.



La equidad como tema de agenda pública no es nueva para la izquierda, ni el progresismo. Pero por fin lo es para toda la sociedad y dejó de ser un debate vetado y tabú. No imagino, sin la Concertación gobernando, que esto hubiera sucedido. Como tampoco imagino sin la Concertación gobernando que la LOCE pudiera ser eliminada. No imagino, sin la Concertación gobernando, que la reforma emblemática de Pinochet quedara atrás y tuviéramos en tiempo record aprobada una reforma previsional, con un sólido pilar solidario. No imagino, sin la Concertación gobernando, legislaciones para dar igual trato y reconocimiento a los hijos nacidos dentro y fuera del matrimonio, ni la penalización de la violencia intrafamiliar, ni los proyecto de ley antidiscriminació n, por la igualdad de derechos de las personas con discapacidad, ni la insistencia por el reconocimiento constitucional de los pueblos indígenas y la ratificación del Convenio 169 de la OIT.



No imagino, sin la Concertación gobernando, la reducción, no sólo estadística de la pobreza, sino de la segregación y de las desigualdades en los accesos, universalizando los derechos de la educación y la salud. Ciertamente, no imagino sin la Concertación en el gobierno, la vigencia de un Sistema de Protección Social fundado en derechos.



Pero no voy a ahondar más. Tenemos ejemplos de sobra para luchar por un renacimiento del sentido de proyecto compartido, de pertenencia e identidad de las fuerza progresistas que se han concertado estos años.



Para terminar, quiero contarles algo que le dije a la presidenta al despedirme y que lo asumo como compromiso frente a todos ustedes.



“Cuando a Francisco Vidal lo nombraron ministro, me acerqué y le dije que lo lamentaba, Se quedó sorprendido y entonces le expliqué: es una lástima, Pancho, porque eras el único oficialista fuera del gobierno. Bueno, presidenta, ahora lo seré yo.”



Amigas y amigos, puede ser cierto algo que se escucha dentro y fuera de la Concertación, y es que tal vez la Concertación no merezca un quinto gobierno. Pero debo decirles que la ciudadanía de Chile no tiene por qué pagar el precio de los errores políticos nuestros.



Nuestra sociedad se merece un progresismo que defienda sus derechos y proyecte su futuro, por eso me comprometo a ser oficialista, a reivindicar la maciza obra de estos 20 años y a colaborar en la reflexión de los temas del futuro, como lo he hecho a lo largo de mi vida política y profesional. Y los invito a sumarse a esa tarea. No por los que estamos reunidos esta noche, después de todo, nosotros somos los insertos e integrados, los que hemos tenido nuestra oportunidad. No para nosotros, sino para todos aquellos que aún carecen de oportunidades, para los que no logran vencer las barreras de la discriminació n, para la mayoría de este país que fielmente nos ha dado su confianza y que todavía cree que sólo esta coalición contiene la humanidad para ocuparse de ella.



Muchas gracias.

miércoles, enero 16, 2008

"El falso dilema entre equidad y bienestar" por Óscar Landerretche M.

Como siempre Óscar Landerretche con una interesante reflexión en materia económica.

OPINIÓN ÓSCAR LANDERRETCHE M.

El Mercurio, Sábado 12 de enero



La evidencia muestra que la igualdad y el desarrollo no son dos conceptos que vayan por vías separadas. Son más bien complementarios.

Aparentemente hay personas muy entusiasmadas con los resultados de algunas de las preguntas de la última encuesta del CEP. En particular la pregunta: ¿prefiere usted una sociedad más igualitaria pero donde todos ganamos menos o una sociedad menos igualitaria donde todos ganamos más? El entusiasmo de la derecha es que obtuvo un 52,7% la opción de una sociedad menos igualitaria pero más próspera. Más aún, entre estratos socioeconómicos bajos esto llega a 57,7% y sólo a un 39% en el estrato alto. Implícitamente, entonces, la equidad sería una preocupación más bien elitista y el "modelo" (entendido como crecer al costo de generar mayor desigualdad) estaría respaldado políticamente.

A mí no me parece.

Me parece que los ciudadanos tienden a contestar las encuestas enfocando las consecuencias de lo que dicen desde un punto de vista personal y no necesariamente desde un punto de vista macrosocial.

Primero, no me sorprendente el resultado en un país en que, de acuerdo al panel CASEN, a lo menos un 34% de las familias pasó por un período de pobreza en la última década. A estos ciudadanos vulnerables la encuesta del CEP les ofreció la opción de vivir en más igualdad a costa de ganar menos. Ni siquiera a costa de crecer menos, sino de ganar menos. No me sorprende que la hayan rechazado. Cuando se está al borde de la miseria, la prioridad es alejarse de ella, a cualquier costo.

Segundo, sí me parece que habla bien de los estratos sociales superiores que mayoritariamente sean partidarios de un sistema más igualitario, pero en que ellos ganen menos. Eso muestra que en esos estratos la injusticia de la sociedad chilena genera malestar y vergüenza.

Tercero, no me parece que el dilema (el tradeoff) que presenta la encuesta sea tan real. La evidencia de la que disponemos es que los países más desarrollados tienden, abrumadoramente, a ser países más igualitarios y más justos (en ellos hay también más igualdad de oportunidades). Luego, en el larguísimo plazo no parece ser que los países tengan que escoger entre las opciones que presenta el CEP.

Hay un tipo de países en que estas opciones sí parecen ser las que se enfrentan. Estos son los países de Medio Oriente y de África. Ahí, efectivamente, parece estar presente el dilema en cuestión. Hay países igualitarios llenos de miseria, guerra y genocidio; y, por otro lado, reinos medievales que construyen rascacielos con la misma facilidad con que decapitan disidentes. No creo, sin embargo, que éste sea el grupo de referencia de comparación relevante para Chile. En occidente la evidencia de que la libertad, la equidad y la prosperidad tienden a estar correlacionadas es bastante robusta.

Adicionalmente, la noción de que los países tienen que pasar por un período de desigualdad para lograr el desarrollo (conocido como la Curva de Kuznetz), también ha sido disputada empíricamente. No viene al caso llenar esta columna de citas, pero un buen resumen de la evidencia disponible es la siguiente. La curva de Kuznetz sobrevive como regularidad empírica cuando uno controla por características institucionales y culturales de los países. Pero Chile se encuentra en un rango de ingreso en que debiera, de ahora en adelante, mejorar su equidad y su nivel de ingreso al mismo tiempo.

Una manera de entenderlo es pensar que las sociedades que hacen esfuerzo por ser más igualitarias tienden a hacer más sostenibles los procesos de desarrollo que de otra manera serían destruidos por las inevitables volatilidades que traen las conmociones sociales. Otra manera de pensarlo es que las primeras fases de desarrollo pueden ser sostenidas sobre la base de la acumulación de capital que trae el respeto de los derechos de propiedad y desigualdad; pero que las fases superiores de desarrollo inevitablemente se sostienen sobre la apropiación y generación de conocimiento técnico, así como la acumulación de capital humano y la creación de culturas científicas y empresariales. Todo lo cual necesariamente genera mayor igualdad en el ingreso, simplemente porque, a diferencia de lo que ocurre con la propiedad sobre recursos naturales y capital financiero, existen límites tecnológicos y prácticos a la concentración de capital humano y conocimiento técnico.

Como sea, en mi humilde opinión, la opción que el encuestador del CEP les presentó a los ciudadanos representa un falso dilema. A lo menos para Chile.

"Cuando se está al borde de la miseria, la prioridad es alejarse de ella, a cualquier costo".

2008

Un saludo cordial a los lectores de este espacio de reflexión. Esperemos que este año 208 nos traiga a todos cosas positivas. Entre otras ya podemos contar con un nuevo líder para los US lo que no es menor.

Sinceramente,

MSN